En diciembre se exhibirá el colosal friso Relieve de placeres en el MNA

El colosal friso maya policromado denominado Relieve de placeres, de más de 8 metros de largo y de casi 2.5 metros de alto, con un peso de dos toneladas, que representa a un joven gobernante flanqueado por dos ancestros divinizados, y que fue robado hace 54 años y repatriado en 1969, será exhibido en diciembre próximo en la sala Maya del Museo Nacional de Antropología (MNA), luego de su reciente restauración, la cual implicó más de cuatro años de trabajos.

De acuerdo con un comunicado emitido por la Secretaría de Cultura (SC) federal, la restauración y conservación de la pieza se exhibirá “con un aspecto nunca visto, lo más cercano a su estado original”.

El tiempo que ha llevado su reciente restauración, explicó el especialista y perito del MNA, coordinador del proyecto de conservación, Sergio González García, “fue debido a que el relieve ha sufrido alteraciones en su aspecto por diversos factores, entre ellos las producidas cuando lo robaron hace 54 años y lo cubrieron con un polímero llamado Mowilith para evitar disgregarlo y poder cortarlo en 48 pequeños fragmentos que, a su vez, fueron embalados y transportados a Estados Unidos en avioneta, primero a Miami, para luego venderlo en Nueva York.

“Un segundo factor se produjo luego de su repatriación, en 1969, cuando el entonces director del Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, Thomas Hoving, avisó al entonces titular del MNA, Ignacio Bernal, que la pieza había sido ensamblada sin recibir una limpieza adecuada, por lo que se usó la información que entonces se tenía para restituir sus segmentos faltantes, así como sus colores a partir del tono producido por el polímero.”

El trabajo de restauración del relieve maya, de 8.39 metros de largo y 2.48 metros de alto, ha transitado por dos principales etapas, en las que ha trabajado un equipo de especialistas del MNA integrado por Tetsuo Oi, Alfredo Ortega Ordaz y Valeria Hernández Ascencio, además del trabajo que realizaron en su momento los especialistas, ya fallecidos, Jenny Ayala Cuevas y Felipe Coraza Arguijo.

“El equipo ahora trabaja en una tercera y última etapa, con el propósito de exhibir en diciembre la pieza, en la sala Maya del MNA, con un aspecto nunca visto y lo más cercano a su estado original.”

El primer paso para su restauración y conservación, en el cual participaron expertos de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “consistió en un registro fotográfico y un análisis químico de los materiales y de la técnica de manufactura”.

Los expertos encargados de esta fase –coordinados por los restauradores Nora Pérez Castellanos y Armando Arciniega Corona– “identificaron que los pigmentos usados en la policromía del relieve son óxidos de hierro en distintos grados de oxidación para los colores rojos; negro de humo para las pupilas de los personajes, y blanco a la cal para uñas y otros detalles en los ojos”.

La segunda fase “consistió en la estabilización estructural de la pieza, lo que implicó la renovación del entramado metálico que le sirve de soporte y que databa de 1969, cuando el restaurador Carlos Sigüenza se lo colocó para reforzar y mostrar los 48 fragmentos como una unidad.

“A partir de cálculos tridimensionales y volumétricos, se soldó una nueva estructura que apoya cada fragmento con al menos cuatro soportes, de modo que las dos toneladas que pesa el relieve descansan sobre un armazón estable.”

Según Sergio González García, “una ventaja de la nueva estructura es su carácter móvil, lo que facilitará el mantenimiento de la pieza y promoverá el reacomodo temporal del conjunto para montajes museográficos”.

Tras implementar la nueva estructura, “la pieza fue sometida a una limpieza integral, la cual se realizó entre 2020 y 2021 para retirar totalmente el polímero mediante productos creados en la CNCPC”.

La finalidad, agregó González García, “es devolverle al relieve las características que tenía antes de su robo en 1968, es decir, sabiendo que para entonces tenía más de un milenio sometido al intemperismo, si se parte de la hipótesis de que fue creado entre los años 450 y 600 dC”.

Es un trabajo que ha contado con los recursos proporcionados por el Patronato del MNA y del Bank of America.

En estos momentos, los restauradores y especialistas del MNA “se encuentran trabajando en la reintegración cromática del Relieve de placeres. Una vez retirado el polímero, los investigadores aplican bases de color en resanes y reposiciones, y sobre éstas restituyen las islas de policromía faltantes mediante aplicaciones hechas con la técnica de puntillismo, con miras a que, hacia diciembre próximo, pueda presentarse con un planteamiento museográfico y un cedulario renovados”.

Un rasgo interesante del proyecto, concluyó González García, es que, por el tamaño colosal del relieve y la dificultad de su traslado al laboratorio, se decidió intervenir la pieza a la vista del público, sin instalar una pared falsa como suele hacerse.

“Aunque estamos separados por vallas y elementos de seguridad, la restauración nos brinda la oportunidad de comunicar a los visitantes el trabajo que hacemos, dado que la gente podría pensar que estamos repintando el relieve, cuando más bien le estamos devolviendo su policromía original.”

La Jornada