Las maniacas de Los Álamos

Eric Rosas

En la historia de la computación existe un capítulo muy interesante que tuvo lugar durante una de las épocas de mayor tensión mundial: los años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra Mundial, en los que iniciaron varias décadas de la llamada Guerra Fría. En esta etapa los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desataron una carrera armamentista basada en la energía nuclear que buscaba alcanzar una ventaja considerable al momento de que surgiera un ataque sorpresivo de alguna de las partes, en el que se utilizaran bombas atómicas lanzadas a grandes distancias mediante cohetes balísticos intercontinentales.

Dejando de lado el objetivo tan siniestro y reprobable, el desarrollo tecnológico recibió por ello un enorme y sostenido impulso durante muchos años y en varias disciplinas. Una de éstas fue precisamente el desarrollo de máquinas de cómputo, que eran necesarias para calcular las trayectorias de los misiles cargados con ojivas nucleares, pero también para muchas otras tareas adicionales, como la vigilancia del espacio aéreo o las condiciones meteorológicas, entre otras.

Fue en este entorno, que en 1948 se inició en el Laboratorio Nacional estadounidense de Los Álamos el proyecto para desarrollar una de las más potentes computadoras construidas hasta ese momento y en la que participaron muchos científicos, entre ellos Nicholas Constantine Metropolis, nacido el 11 de junio de 1915, y quien estuvo a cargo del equipo técnico que construyó las Mathematical Analyzer, Numerical Integrator And Computer (Analizador Matemático, Integrador Numérico y Computadora) I y II en 1952 y 1957, respectivamente. Se comenta que Metropolis seleccionó cuidadosamente el nombre de estas computadoras para que las iniciales formaran la palabra inglesa MANIAC (maniático), buscando con ello burlarse y ridiculizar la moda tan extendida de la época para usar acrónimos.

Como era común en los albores de la computación, la MANIAC I no permitía correr programas escritos para otras computadoras pero a pesar de ello resultó todo un éxito pues, además de funcionar para el objetivo específico que fuera creada, que era simular las condiciones requeridas para que pudiese detonarse una bomba de hidrógeno, también posibilitó la realización de la primera predicción meteorológica de un día completo obtenida en menos de 24 horas y, aunque en ese momento tal tiempo de cómputo volvía inútil el pronóstico, mostró la viabilidad para este tipo de aplicaciones en futuras computadoras. La MANIAC II, por su parte, mejoró notablemente a su predecesora al incorporar los novedosos circuitos de estado sólido. Ambas dejaron de operar en 1977… y así, la luz se ha hecho.