Pemex provoca 313 daños en áreas naturales protegidas

Una parvada de patos silvestres descansa sobre una estructura de metal corroído y oxidado que en su interior conduce gas natural extraído por Petróleos Mexicanos en el área natural protegida Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla, en Tabasco.

En este lugar, uno de los humedales más importantes de México por su diversidad de especies acuáticas, existen 55 campos con 295 pozos petroleros de la empresa Pemex, instalados desde los años 50 para la exploración y producción de gas.

En agosto de 1992, la reserva fue declarada área natural protegida (ANP) y en 1995 se incluyó en los humedales de importancia internacional Sitios Ramsar.

Tiene una superficie de 302 mil hectáreas y es la novena área protegida más extensa de entre los 142 sitios que México ha inscrito en la Convención Ramsar.

Aunque la presencia de Pemex y la producción de gas natural han disminuido en las últimas décadas, la infraestructura vieja, deteriorada, con fugas y en algunos casos abandonada por la compañía es parte de una compleja problemática que afecta a los pantanos de Centla, su biodiversidad y pobladores.

En 2018, la muerte repentina de decenas de manatíes alertó y movilizó a las cooperativas pesqueras que exigieron una revisión a las instalaciones de Pemex, convencidas de que la empresa gubernamental tiene que ver con los fallecimientos.

En aquel entonces, Pemex y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), órgano desconcentrado de Semarnat, negaron que la muerte de manatíes tuviera relación con la actividad petrolera.

Sin embargo, los manatíes siguen muriendo en los pantanos de Centla y las causas que provocan la mortandad de especies aún son desconocidas.

“Ellos dicen que Pemex no contamina, pero vea esto”, reclama Deniss Muñoz Potenciano mientras señala un pozo con fuga de gas. Es el líder de la Federación de Cooperativas Pesqueras La Unión, de Macuspana, que suma unos mil 400 agremiados.

“¿En qué repercute esto? En las pérdidas económicas que ha tenido el sector pesquero”, agrega.

A la par de la muerte del mamífero en peligro de extinción, la crisis pesquera cobra fuerza en la zona con la reducción de especies en tamaño y cantidad. El grupo que encabeza Muñoz Potenciano exige que Pemex desazolve los canales alrededor de los pozos petroleros, donde ellos aseguran que el agua está contaminada.

En esto coincide Juan Carlos Romero Gil, director de la Reserva de la Biosfera, organismo administrado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Explica que Pemex ha dejado un impacto histórico con la modificación hidrológica que se generó cuando se construyeron canales y se crearon bordos para trazar los campos petroleros.

En la actualidad, la reserva enfrenta severos problemas de sobrecalentamiento del agua, que se origina, entre otros factores, por canales con necesidades de dragado, bordos creados por las comunidades para la ganadería, así como la sobreexplotación con redes pesqueras.

“Tenemos problemas de calentamiento de agua. Si el agua se estanca, se calienta, se abate el oxígeno, baja el PH y se muere todo”, explica el biólogo.

El impacto de Pemex en áreas naturales protegidas no es exclusivo de Tabasco. Un análisis del Registro de Pasivos y Emergencias Ambientales de Semarnat y los accidentes ambientales documentados por ASEA, entre los años 2008 y 2020, permitió identificar cinco ANP que han sufrido afectaciones por Pemex.

Se trata del Corredor Biológico Chichinautzin, en Morelos; el parque nacional Cañón del Río Blanco, en Veracruz; la cuenca hidrográfica del Río Necaxa, en Hidalgo y Puebla; laguna de Términos, en Campeche y los pantanos de Centla, en Tabasco.

En estas cinco áreas de gran relevancia ambiental y que ostentan diversas categorías de protección nacional e internacional, Pemex ha provocado 313 contingencias ambientales.

La zona más impactada es laguna de Términos, en Campeche, donde han sucedido 291 incidentes, de los cuales 76 son derrames, 67 fugas y tres incendios, el resto son otro tipo de afectaciones.

Laguna de Términos es el Sitio Ramsar mexicano más extenso, con una superficie de 705 hectáreas. Es vecina de los pantanos de Centla y entre las dos áreas protegidas forman una de las cuencas hidrológicas más importantes de México, bañadas por los ríos Usumacinta y Grijalva.

Un potente silbido atrae la atención a una tubería que surge desde la profundidad del pantano.

Es un pozo petrolero activo. Rodeado de lirio acuático y de una vegetación que cubre por completo la estructura, el pozo pareciera enfrentar una fuga de gas natural.

Se encuentra en la zona de amortiguamiento de la reserva, ahí comienza un recorrido realizado para este reportaje en los pantanos de Centla, donde cohabitan los manatíes, una sorprendente diversidad de aves, cientos de pozos petroleros deteriorados y comunidades sin acceso a agua potable y drenaje.

“El Presidente declara agua sana y ríos limpios, y qué limpios podemos tener los ríos si están llenos de pozos petroleros y en esas condiciones”, expresa Muñoz.

Según el programa de manejo de la reserva, en el interior del área protegida hay al menos 72 comunidades de no más de 500 habitantes, en los municipios de Centla, Macuspana, Jonuta, en el noreste de Tabasco.

Los poblados están asentados sobre los bordos de los ríos. Son unos pequeños pedazos de tierra que no superan los 100 metros de ancho. Ahí se han edificado casas de madera y lámina, con huertos de maíz y criaderos de gallinas, patos y pavos para el autoconsumo.

En el recorrido que avanza sobre el río Bitzal se observan pobladores que transportan garrafones con agua potable, cartones de cerveza, costales de maíz y niños que regresan de la escuela sobre sus cayucos movidos con remos de madera.

“Aquí no hay agua potable ni drenaje. La gente está tomando esa agua, se baña, come de esa agua. Ahora vemos casos de cáncer en pescadores y niños con enfermedades renales”, asegura Deniss Muñoz.

La reserva es atravesada por tres ductos de hidrocarburos que van de la Sonda de Campeche al Complejo Petroquímico de Ciudad Pemex, a una distancia de unos 96 kilómetros, según indica su programa de manejo.

En el área hay 55 campos petroleros, de los cuales 18 están en las dos zonas núcleo de la reserva, que son los espacios destinados a la conservación a largo plazo.

En esa zona que es la más importante para la preservación, hay tres campos petroleros activos: Hormiguero, Usumacinta y Cobo, que generan diariamente 10.8 millones de pies cúbicos de gas natural. Sin embargo, la producción es mínima comparada con el histórico de estos campos que han llegado a generar hasta 337 millones de pies cúbicos diarios, según la base nacional de campos petroleros.

El resto de los campos en las zonas núcleo están inactivos.

El decreto que crea el ANP no impide que Pemex siga explotando la zona, pero sí prohíbe que se realicen nuevas intervenciones sin manifestaciones de impacto ambiental.

El director de la reserva, Romero Gil, no minimiza el impacto de los pozos, pero asegura que la actividad petrolera ha venido disminuyendo en las últimas décadas, lo que ha dado un respiro al área protegida.

Destaca que cada año, la Conanp realiza inspecciones a los pozos para vigilar posibles fugas y afectaciones al ambiente. Aunque considera que la infraestructura, que en 80% no está en funciones, debería ser retirada por Petróleos Mexicanos.

“Las válvulas ya no tienen ninguna función. Lo mejor es que las quiten y que dejen un tubo para no perder el pozo y seguir supervisando”, dice.

Si la política petrolera nacional no se dirige hacia la extracción de gas natural, los pantanos de Centla seguirá sobreviviendo, pero con retos complejos, como la necesidad de rehabilitar su sistema hidráulico, algo que hasta ahora no ha sucedido.

Mientras ese día llega, pescadores como Deniss insisten en la urgencia de que Pemex actúe a favor del pantano.

“El ecosistema es muy bonito, pero si no hacemos algo se nos va a destruir”, lamenta.

El Universal