Sobre historiografía y periodismo referente al fascismo mexicano

Andrés Cadenas

Con la parcial apertura que ha habido de los archivos de la guerra sucia en México y los informes que diversas agencias de inteligencia han hecho sobre las diversas organizaciones de la izquierda revolucionaria ha surgido una tendencia sobre escribir numerosos artículos periodísticos donde casi como un ejercicio de copiar y pegar se tratase numerosos reporteros toman la fuente desclasificada como una verdad indiscutible.

Esta veneración por la fuente escrita es algo que ya muchos historiadores aprendemos a dejar atrás después de leer sobre los debates que permitieron superar al positivismo como escuela historiográfica, en general, se espera que al terminar la licenciatura la veneración a las fuentes escritas haya sido superada ¿Por qué? Porque quienes escribieron esas fuentes tampoco eran imparciales o se molestaron en escribir la verdad, el análisis de los documentos y su origen es imprescindible a la hora de escribir sobre el pasado.

No sucede lo mismo con muchos periodistas, quienes al leer acríticamente los documentos desclasificados referentes a la Guerra Sucia suelen publicar grandes artículos donde narran (entre otras cosas) por ejemplo como la Dirección Federal de Seguridad (DFS) “tenía informantes en la guerrilla” ¿Qué sucedía en realidad? Que en las actas levantadas por los agentes de la policía política escribían “informante” cuando una definición correcta y apegada a la realidad habría exigido anotar “estudiante secuestrado y torturado”.

El mismo problema sucede al leer los documentos sobre las organizaciones fascistas mexicanas: al leer los documentos sobre Los Tecos, El Yunque, el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), El Ejercito Azul, etc. Es que la falta de metodologías de investigación histórica los lleva a tomarse de forma literal la información vertida en los “expedientes secretos”. Y esto es lo que permite que muchos periodistas den por cierta cualquier información vertida por los agentes de seguridad que solían escribir tanto descaradas mentiras para justificar su vigilancia a los opositores al PRI así como también revelar su propia paranoia nacionalista.

De ahí que artículos que han estado circulando en redes en las últimas semanas sobre un supuesto nexo entre el Ejercito Azul como alguna especie de grupo paraguas donde grupos fascistas mexicanos como el MURO o los Tecos participaban, claro está, hace esto ignorando alegremente que revistas como el semanario Proceso han documentado que estas organizaciones fascistas tienen un largo historias de dispararse, secuestrarse y torturarse entre sí debido a sus disputas por el control de universidades. Por otra parte, como también se ha documentado el MURO solía ser una fachada entre estudiantes de derecha para realizar actos de choque para la Organización Nacional del Yunque quienes no solo han establecido sus propias milicias ajenas a otros grupos de derecha sino que su estrategia se basa no en el enfrentamiento al Estado sino en infiltrarlo para controlarlo.

Esta misma lectura acrítica y crédula de documentos desclasificados puede llevar a repetir algunas afirmaciones fuera de la realidad: la primera de ella es describir al Ejercito Azul como un brazo armado del Partido Acción Nacional en su conjunto, lo cual es francamente ridículo ¿en verdad es creíble que a nivel nacional todos los militantes del PAN estuvieron involucrados en reclutar, pertrechar, entrenar y dirigir un ejército urbano y rural que habría de combatir a las guerrillas del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)? 

Lo mismo sucede cuando el articulo por una parte afirma que el Ejercito Azul estuvo involucrado en el Iran-Contra para después mencionar que fue la propia CIA quien advirtió a los aparatos de inteligencia mexicanos sobre esta organización que describen como “entrenada en Alemania e Israel”. Es decir, como cualquiera con acceso a internet puede leer que el escándalo Iran-Contra se originó por la CIA vendiendo ilegalmente armamento al régimen islamista iraní para financiar a los grupos paramilitares derechistas en Nicaragua que luchaban contra el Ejército Popular Sandinista ¿por qué la CIA alertaría a la inteligencia militar mexicana sobre este grupo si realmente les prestaba apoyo? Por otro lado, si la CIA estuviese interesada en los servicios de mexicanos para suministrar armamento a los iraníes lo haría a través de los canales institucionales formales ya que había decenas de funcionarios civiles y militares mexicanos que trabajaban activamente para la inteligencia estadounidense ¿o acaso olvidamos que incluso individuos de alto perfil como Gutiérrez Barrios, Ruiz Cortines o Echeverría Álvarez fueron informantes y agentes de la CIA?

Si bien es cierto que los grupos ultraderechistas y empresariales mexicanos prestaron apoyo económico y enviaron voluntarios para luchar contra la Revolución Popular Sandinista este apoyo no significó establecer un ejército secreto entre campesinos anticomunistas. Ninguna sociedad secreta ni mucho menos toda una serie de comandos armados clandestinos ha tenido ese nivel de poder dentro del PAN, partido formado por varias corrientes ideológicas de derecha (o sería más preciso definirlo como un partido formado por numerosas derechas). Ni siquiera el Yunque, que tiene una poderosa influencia en el partido ha logrado el nivel de control que estos documentos afirman tenía este Ejercito Azul en las filas del citado partido.

Estos mismos documentos afirman también una serie de atentados de este Ejercito Azul contra miembros de organizaciones socialistas que en el norte del país participaban en la lucha legal y abierta, pero el  nivel de operatividad militar descrito en los documentos se encuentra entonces por muy por debajo de la capacidad reflejada en los atentados sufridos por estas organizaciones.

Por ultimo ¿logró establecer el Ejercito Azul campos de entrenamiento? No hay constancia de ello, desde que Lázaro Cárdenas ordenó la destrucción de los Camisas Doradas la única organización fascista mexicana que en tiempos modernos ha establecido cuarteles militares fue el ya mencionado el Yunque, durante los años de la guerra sucia contra las guerrillas marxistas y si bien el gobierno mexicano supo de su existencia decidió no operar en su contra debido a la cercanía que los fascistas mexicanos tenían y tienen con las cúpulas empresariales.

Y pese a estos poderosos amigos en el medio financiero, el Estado mexicano decidió ejecutar a Ramón Plata, fundador y líder de esta organización fascistas cuando este grupo cruzó las líneas establecidas por los servicios de contrainsurgencia del Estado.

¿Por qué? Porque el Estado y sus aparatos de seguridad nunca han tenido necesidad de un segundo violín para combatir los movimientos sociales y armados, mucho menos de un segundo violín con su propia agenda, a excepción de la identificación, infiltración y represión a los movimientos universitarios tanto la DFS como el ejército mexicano jamás han tenido necesidad de auxiliares para desmantelar a la disidencia izquierdista. En la medida de lo posible el Estado mantiene el monopolio de la violencia política.

Esto no quiere decir que los fascistas mexicanos no hagan un esfuerzo apasionado y propio para combatir al enemigo marxista en las universidades de México, simplemente sus aliados son otros, como no han dejado de notar y señalar militantes de la lucha estudiantil y sindical a lo largo del país en estos últimos años ha aparecido cierta relación informal entre algunas organizaciones fascistas y anarquistas que intercambian inteligencia y experiencias basándose en su compartido anti-marxismo.

Aunque opuestos en casi todas las opiniones posibles, cuando se trata de combatir a la “hidra bolchevique” en México se suelen tejer extrañas alianzas. Y por supuesto, estas inestables alianzas formadas por la pura conveniencia sobreviven mientras exista el enemigo común. 

En realidad, más que una muestra de la fortaleza del movimiento fascista en México esto es señal de su debilidad, de su incapacidad de conectar con las masas o su falta de propuesta que los lleva a tácticas de colaboración tan irrisorias con grupos juveniles con una estructura tan pobre y con un liderazgo tan cuestionable como lo es el actual movimiento social anarquista mexicano.

¿No dijo acaso Dalí que nunca volvería a México porque no soporta un país más surrealista que sus pinturas? El país tiene una larga historia de alianzas ideológicamente contra-natura ¿Acaso las alianzas entre el autoproclamado socialista Partido del Trabajo con el católico y conservador Partido Acción Nacional no son igualmente ridículas? Y si esto sucede entre entre partidos de alcance nacional a nadie debería de sorprender que sucede entre grupos marginales en universidades públicas.

En conclusión, es peligroso tanto validar las afirmaciones sobre los aparatos represivos mexicanos quienes se presentaban como guardianes de la nación ante una intervención ultraderechista como también afirmar que el Ejercito Azul era una organización armada secreta con un alcance y poder como el descrito por los artículos periodísticos es absurdo, un absurdo semejante al de otros tantos mitos como aquel que afirma que todos los movimientos sociales y armados en México se encuentran en convivencia, que el Partido de los Pobres o la Liga 23 de Septiembre recibían ordenes de Moscú o Pekín, que el EPR es financiado por George Soros o que el EZLN es una célula de la CIA para separar a Chiapas de México.