El conflicto en el pueblo de San Gregorio Atlapulco, alcaldía Xochimilco, que ha puesto en jaque al gobierno de Claudia Sheinbaum, se veía venir desde abril pasado debido a la información parcial, la falta de respeto a la forma de organización tradicional, la represión de operadores políticos del alcalde morenista José Carlos Acosta y de policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Además, la ausencia de acuerdos entre la Secretaría de Gobierno que dirige Martí Batres Guadarrama y los habitantes que desde la noche del jueves 1 bloquearon con barricadas las avenidas Nuevo León y México ha afectado a miles de habitantes, comerciantes y transportistas, no sólo de ese pueblo, sino de otros de Xochimilco y de Milpa Alta en sus estudios, actividades laborales y su economía cotidianas.
Algunos manifestantes recuerdan las promesas que les hizo Sheinbaum en su campaña a la Jefatura de Gobierno y la cuestionan directamente sobre si ese trato que da a ese pueblo originario como mandataria local sería el mismo que dará a los pueblos originarios del país si llega a ser presidenta de México.
Hortensia Telésforo Jiménez, habitante de San Gregorio y una de las participantes en el bloqueo, recuerda que hace muchos años en ese pueblo había manantiales de los que la gente podía tomar agua, pero se secaron. Luego se vino el declive de la chinampería en los setenta, y se empezó a usar agua tratada y a extraerse el líquido de pozos que, a la larga, ha generado sobreexplotación del suelo, y, en consecuencia, junto con los sismos han aparecido grietas y hundimientos en casas.
Ese, advierte, es parte del contexto general que justifica la presencia de los pobladores en el bloqueo: el riesgo latente de quedarse sin agua potable.
Pero no es la única alerta. Explica que desde hace unos 35 años las autoridades colocaron un tubo de drenaje para que bajaran las aguas negras del pueblo de San Pedro Atocpan, en Milpa Alta, mismo que pasa por San Gregorio y que, debido a la cantidad que descarga, ya ha ocasionado “un problema mayúsculo”, pues “el agua puerca” brota en unas partes del mercado, en casas y hasta en la escuela primaria Independencia Económica de México, donde los niños han tenido que ser desalojados. “Nosotros consideramos que eso ya es un problema de salud pública”, dice.
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