Enfrenta economía china problemática de fondo

La era de rápido crecimiento de China ha terminado. Su recuperación del cero-Covid se está estancando. Y ahora el país enfrenta profundos problemas estructurales en su economía.

El panorama era mejor hace sólo unos meses, después de que Beijing levantó sus controles draconianos por Covid-19, desatando una ráfaga de gastos a medida que la gente comía fuera y derrochaba en viajes.

Pero a medida que se desvanece la euforia de la reapertura, se están reafirmando los problemas subyacentes en la economía de China que se han ido acumulando durante años.

El auge inmobiliario y la inversión exagerada del Gobierno que impulsaron el crecimiento durante más de una década han terminado. Enormes deudas están paralizando los hogares y los gobiernos locales. Algunas familias, preocupadas por el futuro, acumulan efectivo.

Las medidas enérgicas del líder chino Xi Jinping contra la empresa privada han desalentado la toma de riesgos, mientras que el deterioro de las relaciones con Occidente está mermando la inversión extranjera.

Los economistas dicen que el empeoramiento de los problemas estructurales está obstaculizando las posibilidades de China de extender el milagro del crecimiento que la transformó en un rival de Estados Unidos por el poder y la influencia globales.

En lugar de expandirse entre un 6% y un 8% anual, como era común en el pasado, China pronto podría encaminarse a un crecimiento del 2% o el 3%, estiman algunos economistas. El envejecimiento de la población y una fuerza laboral en disminución agravan sus dificultades.

China podría impulsar un menor crecimiento global este año y más allá de lo que esperaban muchos líderes empresariales, volviendo al país menos importante para algunas empresas extranjeras y menos probable que supere significativamente a EU como la economía más grande del mundo.

“La decepcionante recuperación de hoy realmente sugiere que algunos de los lastres estructurales ya están en juego”, indicó Frederic Neumann, economista en jefe para Asia de HSBC.

La mayoría de los economistas no anticipan que los problemas de China conduzcan a una recesión o descarrilen el objetivo de crecimiento del Gobierno de alrededor del 5% este año, considerado fácilmente alcanzable dada la debilidad de la economía el año pasado.

McDonald’s y Starbucks han dicho que están abriendo cientos de restaurantes nuevos en China, mientras que minoristas como Ralph Lauren están lanzando nuevas tiendas.

Un auge en la producción de vehículos eléctricos permitió que China rebasara a Japón como el mayor exportador mundial de vehículos en el primer trimestre. Las políticas industriales de Beijing y la destreza de fabricación de China significan que todavía está encontrando formas de tener éxito en algunas industrias importantes.

Aún así, muchos economistas están cada vez más preocupados por el futuro de China.

La gran esperanza para este año era que los consumidores chinos aumentaran el gasto, al tiempo que languidecen los principales impulsores del crecimiento pasado de China, inversión y exportaciones.

Pero aunque la gente está gastando un poco más después de casi tres años de estrictos controles por Covid-19, China no está experimentando el tipo de impulso que disfrutaron otras economías cuando salieron de la pandemia.

La confianza del consumidor es baja. Más importante, dicen algunos economistas, es que Beijing no ha sido capaz de cambiar significativamente la inclinación tradicional de los consumidores chinos a ahorrar en lugar de gastar, una respuesta a una tenue red de seguridad social que significa que las familias deben ahorrar más para facturas médicas y otras emergencias.

El consumo de los hogares chinos representa alrededor del 38% del producto interno bruto anual, arrojan datos de las Naciones Unidas, en comparación con el 68 % en EU.

“El crecimiento liderado por el consumidor siempre ha sido un objetivo aspiracional” para China, señaló Louise Loo, economista titular sobre China en Oxford Economics, una firma consultora en Singapur. Ahora, podría ser aún más difícil de lograr, dijo, dado lo cautelosos que se están mostrando los consumidores chinos al salir de la pandemia.

Aunque Beijing está tratando de facilitar el endeudamiento este año, los datos crediticios indican que los hogares prefieren pagar sus deudas que aceptar nuevos préstamos.

También se cierne sobre la economía su enorme pila de deuda.

Entre el 2012 y el 2022, la deuda de China creció 37 millones de millones de dólares, mientras que la de EU agregó casi 25 millones de millones de dólares.

A partir de septiembre, la deuda total como porcentaje del PIB alcanzó el 295% en China, en comparación con el 257% en EU, según muestran datos del Banco de Pagos Internacionales.

Para ayudar a desinflar la burbuja inmobiliaria del país, los reguladores impusieron límites de endeudamiento estrictos para los promotores inmobiliarios a partir de finales del 2020. La inversión en desarrollo inmobiliario cayó 5.8% en el primer trimestre de este año pese a los esfuerzos políticos por frenar el ritmo de la caída.

De acuerdo con los cálculos de S&P Global, dos tercios de los gobiernos locales ahora corren el riesgo de traspasar los umbrales de deuda extraoficiales establecidos por Beijing, apuntando a un estrés financiero severo. Ciudades de todo el país, desde Shenzhen hasta Zhengzhou, han recortado las prestaciones para los funcionarios públicos y retrasado los pagos de salarios en algunos casos para los maestros.

Estos problemas se profundizan cuando está disminuyendo el atractivo de China como destino para las empresas extranjeras, muestran los datos, a medida que aumentan las tensiones con el Occidente liderado por EU.

La inversión extranjera directa en China cayó 48% en el 2022 en comparación con el año anterior, a 180 mil millones de dólares, revelan datos chinos, mientras que la IED como porcentaje del PIB de China se ha reducido a menos del 2%, desde más del doble hace una década.

Las reformas para fomentar una actividad más productiva del sector privado se han estancado bajo Xi, quien está poniendo más énfasis en la seguridad que en el crecimiento económico. Beijing ha endurecido la regulación de sectores que incluyen tecnología, educación privada y bienes raíces, lo que ha dejado a muchos dueños de negocios poco dispuestos a invertir más.

Los economistas están divididos sobre si los elaboradores de políticas, que han postergado el lanzamiento de estímulos a gran escala como lo hicieron en el 2008 y el 2015, recurrirán ahora a un estímulo más agresivo. Algunos, incluyendo los economistas de Citigroup, esperan que el banco central de China reduzca las tasas de interés en los próximos meses para mejorar la confianza.

Otros dicen que la mesura de Beijing se debe al temor de agravar niveles de deuda ya elevados, y que un mayor estímulo podría hacer poco para detonar la demanda de crédito de todos modos.

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