Néstor “El Doogie” Olivares
“Wey ¿neta?”, es lo que pensé al ver la foto del presidente de la República, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y modelo perfecto para el “antes” en las cajas de tinte para el cabello, atascado en el lodo a bordo de un vehículo del Ejército, rodeado de varios militares y subalternos, esto mientras que en mi mente sonaba la música de Chespirito junto a recuerdos de los sketches de Viruta y Capulina. Comedia en su estado puro.
Al momento de escribir esto no hemos visto UNA foto del presidente López Obrador en la zona del desastre ocasionado por el huracán “Otis” en Acapulco (si es que en realidad llegó). Aunque seamos sinceros, el que el presidente se aparezca en una zona catastrófica, no significa que se va a poner a cargar escombros, capaz le sale una hernia y ahí lo tendremos por la mañana hablando 2 horas del dolor de espalda que le ocasiona ¿verdad?, pero la presencia del presidente en las zonas de desastre comunica algo: la atención, la llegada de la ayuda a los damnificados, de asistencia, de esperanza. De ahí que podemos recordar imágenes de esos presidentes de antes con el agua hasta la cintura, en contacto con la gente, a los que AMLO siempre ha criticado por hacerlo, tal vez como una manera de justificar la hueva que le da ir o más claro, de exponerse a la crítica y señalamientos de los afectados y seguir construyendo la narrativa de que todo su gobierno funciona bien y no hay fallos.
Las imágenes de López Obrador atascado en el lodo en un camino intransitable, de lo cual ya se sabía horas antes, no fue más que una mera invención, la construcción de una historia donde el presidente intentó decirle al pueblo en desgracia, que como dice la canción de Joan Sebastian “cruzaré los montes, los ríos, los valles por irte a encontraaar…”, o más que decírselo a los damnificados, comunicarle a sus feligreses que tenemos un presidente que hace todo por su pueblo bueno, convertirse en una víctima más del suceso, la víctima VIP, aunque en esta ocasión nadie se la compró, porque hasta la persona más sencilla, con un el mínimo atisbo de lógica y sentido común, sabe de la capacidad de operación que tiene EL PRESIDENTE para poder hacer uso de todos los recursos en cuanto a vehículos del Ejército (sí, todos esos tanques y aeronaves mamalones que siempre se presumen en los desfiles) para poder llegar a cualquier punto del país de la manera más pronta. Vaya, si los repartidores de Coca – Cola y Sabritas llegan a los lugares más apartados, el presidente con mayor razón. De ahí la crítica se le fue encima y los únicos que apoyaban la versión de que sí llegó a Acapulco, eran los ya conocidos aplaudidores, aunque repito: no hemos visto UNA sola fotografía de Andrés Manuel en la zona de desastre, aunque la versión oficial dice que sí llegó, despachó en chinguita y se regresó a CDMX en helicóptero, porque obvio al día siguiente tenía que atender cosas más importantes que la caída en desgracia de toda una región del país que dice gobernar y los miles de habitantes que la habitan; y eso tan importante no era otra cosa más que su conferencia mañanera, seguir su juego político y echarle porras a Samuel García y Claudia Sheinbaum… y ya, porque según la agenda presidencial de ese día, consultable en la página oficial de presidencia, no tenía otra cosa agendada.
Y dicho sea de paso, en esta conferencia nos dimos cuenta de que la mayor idea para brindar ayuda inmediata a la zona afectada era la realización de un censo para evaluar cuánto era el daño y así poder, posteriormente, brindar los apoyos necesarios (*Chisme: eso hicieron en Veracruz durante 2021 para atender a los afectados del huracán “Grace” y la gente se quejó de que no los consideraron, que hubo favoritismos y a otros no les llegó el recurso).
Hay que señalar también el actuar de la llamada 4T ante las desgracias, accidentes y desastres naturales, desde aquel sismo de 2017, donde el ahora presidente convocó a la ciudadanía a donar a un fideicomiso de apoyo a damnificados, dinero que por cierto y dicho en todas sus letras, se llevaron al bolsillo, o la inundación en Tabasco, donde existe un video donde el mismo López Obrador señala que se ordenó inundar a los pueblos más pobres para salvar a Villahermosa (ahí está el video, conste), la caída de la línea 12 del Metro y así varios más, que han creado un aura de desconfianza hacia ellos en casos de catástrofe, tan es así, que la ciudadanía está negada a participar en colectas organizadas por ellos y buscan hacer llegar el apoyo por otras instancias civiles y de asistencia. Así, de ese tamaño es su negativa reputación.
Aquí es importante recordar que durante el año 2021 se oficializó la desaparición del fideicomiso del FONDEN, sí, esa bolsa de recursos que el gobierno tenía precisamente para atender las desgracias en caso de inundaciones, huracanes, sismos y cualquier otro desastre natural, fideicomiso que por cierto, se desapareció porque el mismo presidente señaló corrupción en su manejo (corrupción de la cual prometió mostrar pruebas y a un año de terminar su encargo, no ha mostrado), recurso que estaba a la mano y al momento de declarar formalmente el desastre empezaba a fluir para dar atención y normalizar la actividad en la zona de la manera más pronta posible, cosa que en este momento no sucede, debido al caos administrativo imperante desde gobierno, en donde la ineptitud y opacidad son las banderas que ondean más fuerte, tan esa así, que a días de ocurrida la desgracia y con los habitantes en indefensión y necesidad, no se han podido entregar toneladas de ayuda que la sociedad civil ha donado por culpa de este desorden e incapacidad de este gobierno y de quien lo encabeza, lo cual me extraña, porque alguna vez dijo que “no crean que tiene mucha ciencia gobernar”, pero parece que todo se les complica o lo complican más.
Desde el momento de la desaparición de este recursos, su servilleta ya había expresado en otros espacios que ojalá no nos cayera una situación de este calibre, porque ahí los afectados serían dobles víctimas, por un lado sufrir los embates de la naturaleza y por el otro ser victimados por la notoria ineptitud, valemadrismo y hechuras al chingadazo de este gobierno. Lamentablemente no me equivoqué, ya que estamos pagando la llegada al poder y dependencias de gobierno de gente sin experiencia en la administración pública, de personas que no siguen los protocolos establecidos, que no miden las consecuencias de sus decisiones, pero total, recordemos que al presidente lo que le bastaba era que sus colaboradores tuvieran un 90 % de honestidad y 10 % de experiencia, lo cual en sumatoria nos ha arrojado un 100 % de ineptitud que estamos pagando muy caro y contrario a lo que el presidente piensa, es algo de lo que la gente sí se está dando cuenta en vísperas del 2024.
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