José Antonio Crespo
Al fundar Morena, AMLO ofreció una de sus muchas fantasías: que Morena estaría formado exclusivamente por políticos comprometidos solo con el bienestar del país y no con la búsqueda de cargos políticos. Que sería un “referente moral” o no tendría caso fundarlo.
Evidentemente las cosas no son así; es un partido más y la esencia de los partidos es la búsqueda del poder de sus miembros.
Por otra parte, es un mito que los militantes de ese partido sean distintos éticamente a los del PRI, PAN o PRD. Casi todos vienen de ahí, y AMLO asumió desde el principio que el verdadero pecado no era pertenecer a esos partidos ni que hubieran incurrido en ilícitos, sino no rendírsele a él.
Cuando deciden someterse a AMLO, son bienvenidos sin importar su pasado. Así lo dijo en torno a un priista tabasqueño al que AMLO había acusado de corrupto, pero lo recibió muy bien cuando en 2017 decidió cambiarse a Morena:
“Ha tomado la decisión de sumarse a esta lucha y eso lo exonera. Todo el que está en el PRI y decide pasarse a Morena… se le debe perdonar… Al momento en que salió del PRI, se limpió”.
Incluso, López Obrador acusó a Peña Nieto de ser “muy traidor, porque mete a la cárcel a quienes le ayudaron en su campaña, como sucedió con Elba Esther Gordillo y ahora con el exgobernador de Veracruz (Javier Duarte) quien le ayudó para financiar sus actos de proselitismo en 2012”. (19/Abril/17). Si te dan dinero, perdónales todo.
Pero la fantasía de los políticos idealistas no fue creída en automático por muchos ideólogos del obradorismo. Por ejemplo, Lorenzo Meyer escribió:
“La dirigencia de Morena debería ser particularmente cuidadosa en la aceptación de cuadros de otros partidos. No debe repetir la triste historia de priización de las dos grandes oposiciones fallidas: PAN y PRD, pues ello acarrearía un gran costo electoral... Morena debe ser muy selectiva en la admisión y no dejar que la tomen por asalto los que ya son expertos en asaltos a las arcas… El realismo, sin una buena dosis de honestidad probada, podría llevar al naufragio del proyecto alternativo, y México ya no merece más fracasos”. (30/Marzo de 2017).
El recién fallecido Enrique Dussel también expresó sus reservas al respecto, (le molestó la incorporación de Esteban Moctezuma y de Miguel Torruco). Le dijeron los fanáticos: “Pero profesor, son alianzas necesarias para ganar la elección a lo que él respondió: ‘Pues es lo que dicen, pero en el camino se deja la ética’”.(10/Abril/17) .
Y cuando se descubrió el dinero que recibía la expanista Eva Cadena (algo que AMLO dijo ignorar, como siempre), Julio Hernández escribió: “El incidente debería ser asumido por sus dirigentes (de Morena) como una oportuna alerta respecto de los evidentes riesgos de distorsión infiltración y manipulación que, de manera natural, da la demasiado laxa apertura… a cuadros políticos ajenos y contradictorios, en aras de una supuesta necesidad táctica de alianzas electorales… el verdadero golpe a Morena provendrá de su propia incapacidad para la autocrítica, y la incapacidad para revisar la adopción de figuras externas”. (25/Abril/2017).
La preocupación que manifestaban esos simpatizantes del obradorismo no la comparte López Obrador, que abre las puertas a quien sea, si es que tiene algo que aportar al movimiento (votos, influencias, dinero). No le preocupan la ética ni la ley, sino el poder y los votos.
Podría decirse que eso no se cumplió al hacer a un lado a Omar G. Harfuch, un externo que sin embargo ganó las encuestas oficiales de Morena. Pero en este caso se trató más bien del control que está preparando AMLO sobre su posible sucesora.
Eso de que se retirará de la política es un aviso de que no lo hará. Casi todo lo que promete resulta al revés. Pone gente que le será fiel a él, y de esa manera intentará un “minimato” donde él siga influyendo. No sabemos cuánto éxito tendrá, pero desde luego está haciendo lo conducente para ello.
El Universal