Un infundio más

Rip Van W.

Nuevamente, el inquilino de palacio nacional que cobra como presidente de la república, arremetió en contra del Poder Judicial. No se sabe si se refiere al Poder Judicial Local o el Poder Judicial Federal, porque ello es algo que ni él mismo distingue o distinguiéndolo, lo enreda intencionalmente para que la gente más sencilla “encienda sus ánimos” al tenor de esos discursos más propios de un porro que del gobernante de una nación.

Concretamente, se le escuchó quejarse (algo en lo que se ocupó gran parte de su vida) de que un juez había ordenado a la Guardia Nacional llevar a cabo un desalojo de una comunidad o de una colonia completa; algo que según él es inadmisible. En pocas líneas trataré de desnudar esta otra mentira mañanera.

No sé si el presidente de la república lo sepa (aunque sí debiera saberlo) pero mi interés es que todas las personas no involucradas en temas jurídicos sepan lo siguiente: en un país como el nuestro, el poder legislativo se encarga de hacer las leyes, el poder judicial de aplicarlas y el poder ejecutivo de ejecutarlas. Entonces, si al resolver una contienda judicial, resulta que una de las partes ocupa indebidamente un inmueble (lo cual puede ser, entre otras cosas, por el resultado del incumplimiento de un contrato), el juez que conoce del asunto puede acudir al auxilio de la fuerza pública para hacer cumplir su sentencia y lograr la desocupación del bien raíz correspondiente por parte de quien lo posee en contra de la ley.

Como el titular del uso de la fuerza pública lo es el titular del ejecutivo (estatal o federal) y como la Guardia Nacional depende del Poder Ejecutivo Federal no es irregular que a ésta se le haya solicitado que coadyuvara con el juez para llevar a cabo la ejecución de la sentencia correspondiente. Incluso vale la pena puntualizar que conforme al artículo 7, fracción V, de la Ley de la Guardia Nacional, a ella le corresponde: “V. Auxiliar al Poder Judicial de la Federación en el ejercicio de sus funciones, así como a los de las entidades federativas, en los términos de la coordinación y colaboración que convengan, de conformidad con las disposiciones del Sistema Nacional de Seguridad Pública”.

Entonces, una vez más, queda en evidencia que el presidente: 1) No sabe de lo que habla; o, 2) Miente. Y si lo primero sería vergonzoso, lo segundo es imperdonable. Porque no se desea un improvisado, ignorante o incompetente para gobernar una nación tan grande y tan noble como la nuestra pero menos se desea un hombre mentiroso y perverso; que miente sólo para hacer lo único que ha sabido hacer toda si ya larga vida: politiquería.