Néstor “El Doogie” Olivares
El relajo político ocasionado por Samuel García nos confirma dos cosas: que no hay que votar a lo menso por un candidato de moda y que en Nuevo León ya no deben dejar que los primos se anden besando.
La política en México es un verdadero circo, pero lejos de darnos risa, neta deberíamos estar preocupadísimos por todo lo que estamos viviendo, donde principalmente el marco jurídico, las leyes, vaya, están pasando a ser consideradas como mero papel higiénico por un determinado sector de los actores de lo público y todo esto por la cochina ambición de poder.
Seamos sinceros, Samuel García llegó a la gubernatura de Nuevo León no precisamente por su brillantez o méritos políticos, sino por el impulso brindado por su esposa, la “Chavacana mayor”, su encanto y poder en las redes sociales, fue un fenómeno, lo cual marcó una nueva manera de realizar campaña en México, eso hay que reconocerlo y el vato, pos ahí estaba ya, instalado, despachando cabrito y carnita asada a diestra y siniestra, en su pedo, vaya.
Pero como Diosito mismo, Satanás obra de maneras misteriosas y así nomás de pronto, ya en el asunto de la sucesión presidencial y que Claudia, que su Xóchitl, pues al cabecita de cotonete se le ocurrió que necesitaba a alguien que le bajara los votos a esta última debido a su irrupción en la escena de la elección de 2024, la cual parecía que ya tenía controlada y nomás de pronto comenzó a mencionar como una buena ficha a Samuelito y entonces, comenzó a calentarle el hocico; así fue como “el esposo de Mariana” empezó a decir de propia voz que no participaría, que no participaría y de pronto, sin que alguien más que el presidente se lo pidiera, que se nos avienta al ruedo.
Y miren, ya estamos grandes, las rodillas ya duelen y uno ya no produce el mismo colágeno de antes, en pocas palabras, no nos van a hacer tontos, Samuel entró a hacerle la chamba a Andrés Manuel, tan obvio fue, que este empezó a defenderlo en sus mañaneras y Samuel comenzó a echarle tiradera a Xóchitl, mientras hasta recibió en su casa a Claudia, eso ya estaba más claro que Juan Gabriel diciendo “lo que se ve, no se juzga”.
El pequeño problema era dejar tantito, cosita de unos seis meses la gubernatura de Nuevo León, para lo cual Samuel debía pedir licencia formal al congreso local, conformado por una mayoría de oposición, lo cual parece que le valió madre, porque en friega su mujer se puso los fosfo-fosfo y fueron a chutarse 9 días de reventón en precampaña, con bebé incluida, visitando otros estados, siendo gobernador en plenas funciones, bueno, pidió la licencia y para cubrirse las espaldas quiso dejar, por sus huevos con machaca, a su segundo como encargado del changarro y los del congreso le dijeron “ño”, total, se armó un arguende y terminó designado otro vato con aval de la oposición, por lo que luego se armó el desmadre, ya que Samuel, decía que el interino debía ser también alguien de Movimiento Ciudadano, cosa que no está en la ley, total, reverendo relajo hasta que apareció la Suprema Corte y dijo, “a ver, paren su desmadre, se queda el vato que eligió el congreso, porque así lo dice la ley y paren-de-mamar” y como todavía (y afortunadamente) lo que diga la Suprema Corte es la decisión final de las cosas, pues traka, traka, la matraca.
Y es así como Samuel, con los tenates en la garganta, tuvo que decir que regresaba a la gubernatura, de la cual ya hasta se había despedido horas antes, por el temor a que el gobernador interino y legalmente designado, durante esos breves, pero intensos seis meses, hiciera corte de caja a lo que lleva de administración y pudiera usar esa información en su contra, sí, igual que como Samuel hizo con el tío “Bronco”, que hasta el bote fue a dar. Y bueno, el relajo que ahorita se traen entre quién es formalmente el gobernador va a seguir, mientras las aspiraciones de Samuel pueden haber quedado mochas, pero al parecer, hará honor a ese nuevo sobrenombre de “Samlito”, ya que su discurso ahora se enfoca en atacar a las instituciones y a los políticos “de antes”, sí, la misma línea, y así quererse erigir en mártir y amenazar con buscar la presidencia en 2030, lo cual no podría considerarse tan a chiste, porque siendo honestos, con su dinámica de campaña sí llegó a agitar las cosas y llamar la atención de una buena porción del electorado, el cual nomás anda buscando algo novedoso para irse a arrimar.
De esto debemos sacar varios puntos, de entrada, el presidente estará encabronadísimo, porque le tiraron a su esquirol; a Dante Delgado le deben checar el azúcar, porque con eso de que MC se la jugaría solito en la presidencial, pues se torna más complicado al haberle tirado su mejor carta, con la cual podía mantener con vida a su empresa política, de la que ha tragado ya varios años; a Samuel le funcionó para medirle el agua a los tamales y demostrarnos el impacto que pueden tener las redes sociales y las campañas disruptivas en la política mexicana. Mención aparte, el sentir feito por Mariana, porque parece que le salió gratis la ofendida que le dio Chente Fox.
Por otro lado nos demuestra la necesaria existencia de la división de poderes y la función de los contrapesos institucionales. La entrada de la Suprema Corte al asunto metió el orden necesario de cómo deben ser las cosas, mientras el Congreso de Nuevo León, pudo contener la ambición de Samuel, demostrándole que el Ejecutivo no puede hacer lo que le pinshis plazca. En otra arista, dejó al descubierto, a la vista de todos, el juego de Movimiento Ciudadano al formar parte del esquema del oficialismo para ayudarle en la división de votos en beneficio de la 4T.
De mientras, los tenis fosfo-fosfo regresarán al clóset y en Nuevo León, tendrán que soportar una crisis ocasionada por un político aún verde, pero con desplantes autoritarios que pueden ser un foco de alerta, que si no se atienden a tiempo, pueden convertir el camino hacia el 2024 y hasta el del 2030 en un verdadero suplicio insufrible.
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