Tomás González Corro
Una mujer gobernará México y ello, en primera instancia, es algo que debemos festejar; sin embargo, entre las contendientes presidenciales, claramente una representa la sumisión histórica a los hombres, mientras que la otra, representa claramente el grito de libertad que hemos visto reflejada en las marchas por la defensa de los derechos de la mujer.
Claudia Sheinbaum, representa tristemente aquello de que a pesar del grado académico que ostenta, al final, depende completamente de la voluntad de un hombre y ese hombre, es el Presidente López Obrador, quien justo la seleccionó como candidata de morena, por su condición sumisa e incapaz de traicionar al macho de palacio, en caso de que ganara la elección.
Sólo como confirmación de su condición sumisa al presidente, basta ver como Claudia Sheinbaum busca, de manera desesperada parecerse al Presidente, tanto en sus dichos, como en su tonito tabasqueño y así, agradarle al “Tlatoani”. Al final, Claudia representa ser la mujer mexicana sometida a un hombre, que las jóvenes de hoy, ya no quieren representar.
En contrapartida, Xóchitl Gálvez y su historia de vida, son el reflejo de las mujeres que luchan por su independencia emocional, intelectual y económica. La mujer pueblerina, que entendió desde muy joven, el valor del trabajo, el emprendimiento y el estudio, como palanca para la superación, desarrollo personal, laboral y profesional.
Hay que recordar que Xóchitl no era de ninguna manera, la candidata que querían los partidos, sino de una sociedad urgida de un liderazgo con la fortaleza y valor para enfrentar los embates del señor de palacio; es decir que, por primera vez en la historia política de México, la sociedad les impuso a las burocracias partidistas a la candidata que quisieron.
Sí, México será gobernado por una mujer, pero, hay de mujer a mujer…
PD. El candidato varón, no tiene la más mínima posibilidad de competir y votar por él, es desperdiciar el voto, en este contexto definitorio para el futuro de México.
