Héctor De Mauleón
¿En dónde estaba la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, cuando Camila, una niña de ocho años de edad, desapareció en Taxco y una turba amenazante comenzó a rodear la casa de sus presuntos secuestradores?
Solo la gobernadora lo sabe. El alcalde de Taxco, Mario Figueroa Mundo, declaró el viernes 29 que Evelyn Salgado no tomó jamás su llamada de auxilio.
“No sé si esté aquí (en Guerrero). No sé si haya salido”, dijo en entrevista un día después de que el linchamiento de la presunta secuestradora, Ana Luis Aguilar Díaz, hubiera ocurrido.
Ese día, la mayor parte de los 40 elementos de la policía municipal de Taxco habían sido enviados a cubrir la procesión del Cristo de Xochula, en la que participaban más de 5 mil personas. Solo dos patrullas se hallaban disponibles: una vigilaba el centro de la ciudad; la otra se movilizó al domicilio donde cerca de 300 personas cercaban la casa a la que niña había sido invitada a nadar, en una alberca inflable, el miércoles 27.
No era la primera vez que Camila iba a jugar a aquella casa, ubicada a solo 200 metros de la suya, con la hija de Ana Rosa Aguilar. La niña salió hacia la una de la tarde. A las cuatro, su madre llamó por teléfono para avisar que iría a recogerla. Ana Rosa le dijo que la pequeña nunca había llegado.
Según Margarita Ortega, la madre de Camila, más o menos a esa misma hora comenzó a recibir llamadas en las que le exigían un rescate de 250 mil pesos.
A las 16:40 Figueroa Mundo recibió el aviso de que la niña estaba desaparecida. Según su propia versión, recomendó a la familia acudir al ministerio público y llamar al 911. Al mismo tiempo instruyó al secretario de Seguridad Pública que, apoyado por Tránsito y Protección Civil, desplegara en la ciudad, así como en sus accesos, un operativo de búsqueda.
La familia de Camila había obtenido para entonces, en negocios y domicilios vecinos, imágenes en las que se se veía a la niña ingresar a la casa de Ana Rosa Aguilar, en el callejón de la Florida. Había un segundo video en el que se veía a Ana Rosa, así como a su pareja sentimental, José Ricardo Amado Gaytán, subir una pesada bolsa negra a la cajuela de un taxi. Era el taxi número 14.
A las 7:30 de la noche se reportó que un nutrido grupo de personas había bloqueado la avenida de los Plateros y exigía la aparición de la menor. Las dos únicas unidades disponibles se movilizaron al lugar y fueron colocadas “a ambos lados de la manifestación”, según el reporte municipal.
La prioridad fue la localización del taxi número 14. Con ayuda de cámaras de seguridad, de acuerdo con fuentes municipales, lo ubicaron a 28 kilómetros de la ciudad, en la población de El Naranjo, ya para llegar a Iguala. Era el lugar al que Amado Gaytán había ido a esconderse.
Al mismo tiempo, por geolocalización, se buscaba el teléfono celular de Camila.
El número rebotó en algún punto de la carretera Taxco-Iguala.
La búsqueda se concentró en ese sitio. El taxista, mientras tanto, confesaba “el móvil”. Una versión lo liga con una célula de la Nueva Familia Michoacana. En todo caso, llevaba cerca de cinco años relacionado con Ana Rosa Aguilar, la mujer que fue linchada.
En la madrugada del jueves 28 el cuerpo de Camila fue encontrado en la carretera dentro de una bolsa de plástico negro. La autopsia diría que había muerto por estrangulamiento. Los familiares recibieron la noticia hacia las ocho de la mañana. El bloqueo en la calzada de los Plateros crecía.
Figueroa Mundo dice que insistió en sus peticiones de ayuda al gobierno del estado: Taxco era un polvorín. La gobernadora, que tardó 48 horas en subir en X un mensaje en el que se “sensibilizó” con la tragedia, no atendió ninguna de esas llamadas. “La respuesta fue nula”, denunció Figueroa Mundo.
Lo que había en X hasta entonces era un tuit de Salgado en el que invitaba a la gente: “Enamórate de Taxco y escribe tu propia historia en Guerrero”.
Fue hasta las once de la mañana cuando el director de gobernación de la Zona Norte se comunicó con el alcalde Figueroa para decirle algo que este sabía desde la madrugada: que Camila había sido encontrada sin vida. “Te pido que salgas a dar la cara”, le dijo.
“La doy, siempre y cuando venga mi gobernadora. Esto urge que se atienda. Necesitamos policías”, respondió el alcalde.
A esa hora, la autopista Iguala-Taxco había sido bloqueada y la furia iba en aumento.
EL UNIVERSAL ha publicado la crónica extraordinaria de Arturo de Dios Palma: desde el hallazgo del cuerpo la madre de Camila había exigido que se detuviera a los presuntos responsables. No pudo denunciar en Taxco y tuvo que hacerlo en el MP de Iguala.
Le prometieron tramitar una orden de aprehensión que sencillamente no llegó. La multitud seguía creciendo. A las 12:40 seguía sin llegar la orden de aprehensión al callejón Florida.
Hacía casi 24 horas que la pequeña había entrado a aquel domicilio. Escribe Dios Palma:
“Tomaron barrotes, varillas, barretas, piedras y todos se enfilaron hacia la casa. Un grupo comenzó con la puerta, con un barrote la golpearon incesantemente. Al mismo tiempo otro grupo subió al techo, con barretas despegaron las láminas.
‘¡Aquí están! ¡Aquí están!’, gritó un hombre desde el techo.
El grito fue leña seca para la hoguera”.
En el cuarto oscuro estaban una mujer y dos adolescentes: “Todos querían a la mujer. A la que apareció en el video. La que le dijo a la mamá de Camila que la niña no llegó nunca a su casa”.
Los sacaron a todos a rastras.
Unos habían secuestrado a la niña porque pudieron hacerlo en aquella ciudad sin ley. Otros, iniciaron el linchamiento por las mismas razones.
Policías y militares que habían llegado a la avenida se limitaron a ver. Lo mismo hizo el país entero. Vino el funeral y al día siguiente Taxco amaneció sin ley.
El Universal