Reto: Elevar el índice de participación ciudadana en la jornada electoral 2024

Adriana Del Valle Garrido

El Instituto Nacional Electoral dentro de su Plan Estratégico 2016-2026, delineó como uno de sus objetivos elevar los índices de participación en las elecciones a través de la construcción de una ciudadanía activa por medio de la educación electoral1; lo cierto es que, las actividades que realiza el Instituto para incentivar el voto no han sido suficientes, pues el hartazgo, la desconfianza y/o la apatía de la sociedad hacia los políticos, genera abstencionismo, convirtiéndolo en uno de los problemas que enfrenta nuestro país, pues la promoción para que el electorado acuda a emitir su voto el día de los comicios no solo es tarea de la Institución electoral, sino también de los partidos políticos y de los candidatos, estos últimos de quienes hemos visto a lo largo de la historia (sin generalizar), se acercan a la sociedad y asisten a mítines solo en tiempo electoral, intentando ganar adeptos con la ciudadanía, y cuando han sido electos, las puertas de los edificios que son instituciones públicas se cierran para la atención ciudadana, ocasionando una comunicación entre sociedad y gobierno deficiente y no lineal, siendo que los funcionarios y servidores públicos están para eso, para escuchar los problemas que aquejan a la ciudadanía y a la sociedad, pues su labor es servir, atender y tener elementos para la construcción de su agenda gubernamental, con la finalidad de mejorar las condiciones actuales de acuerdo con sus atribuciones.

De ese modo, cuando llega la hora de presentar políticas públicas o en su caso iniciativas de ley, muchas veces estas, están fuera de contexto respecto a las demandas y exigencias sociales que requieren ser atendidas, y lo único que se genera es el descontento con los resultados que los representantes rinden a los representados. Así el día de la jornada electoral, la ciudadanía con el desánimo de no haber sido tomada en consideración va perdiendo interés en participar activamente de nuestra democracia.

El problema radica en que, de alguna manera todos somos corresponsables de los resultados hasta hoy obtenidos. Tanto los partidos políticos que no siempre saben acertar con sus candidatos, ya que en muchas ocasiones los intereses personales y partidistas se anteponen sobre los colectivos, y eso demerita la labor de un político y genera desconfianza en dichas instituciones; así como de los representantes populares que pierden de vista la inclusión, la sensibilidad, el timing político, la estructura jurídica, y se centran en la polarización social, siendo que somos una unidad.

De la misma manera, la ciudadanía tiene la responsabilidad de informarse y distinguir entre las opciones que se le presentan para ejercer su voto, que al mismo tiempo que es un derecho también es una obligación, y aunque no sea sancionada de no ejercerse, lleva a que la democracia deje de ser plena, ya que también los que no votan son ciudadanía de la nación, y la falta de tan importante ejercicio, permite que los resultados electorales se configuren de tal forma que en ocasiones, la mayoría de los votos no esté representada en el partido ganador, sino en la suma de los votos que obtuvieron los demás partidos; por ello el nombre de democracia representativa.

Es esencial que la participación en la vida política del país sea de interés público y que también en el hogar se fomente el conformar una nación proactiva y que las diferencias o preferencias de cada miembro en la familia, no sean motivo de disputas, sino más bien elementos para enriquecer la opinión pública.

El énfasis que se hace en la responsabilidad compartida es debido a que, de acuerdo con los Estudios muestrales sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018 y 2021 del Instituto Nacional Electoral, señalan que el mayor abstencionismo se encuentra en los electores en el rango de 19 a 34 años; y de 80 a 85 años en adelante2. En el caso de la ciudadanía mayor aquí señalada podría ser entendible de acuerdo con diversos factores, pero la participación de los jóvenes que son el presente y el futuro de México es decisiva para las elecciones, por lo que el incentivar este ejercicio es evitar que otros decidan por ellos. Asimismo, en las elecciones del 2018 participó el 63.1% de la lista nominal de electores y el abstencionismo fue del 36.9%, y en las elecciones intermedias en 2021 la participación fue del 51.8% y el abstencionismo fue de 48.2%3, es decir, el porcentaje de abstencionismo sigue siendo significativo, aunque es evidente que la participación en las elecciones presidenciales es superior. En esta elección el reto es elevar los índices de participación ciudadana. Además, Veracruz ocupa el cuarto lugar en mayor número de electores4, lo que le da una relevancia significativa para definir el resultado electoral.

Los estragos de la polarización seguramente detonarán en una elección presidencial cerrada, pero al final un voto hace la diferencia, así que construyamos con responsabilidad y unión los cimientos de una nación inclusiva, segura, justa, e integralmente democrática.

Fuentes consultadas:

1.- Programa de Promoción de la Participación Ciudadana en el Proceso Electoral Concurrente 2023-2024, pág. 7

https://repositoriodocumental.ine.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/155643/CGex202311-03-ap-7-a.pdf

2.- Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2018. Págs. 14, 17 y 19

https://centralelectoral.ine.mx/wp-content/uploads/2019/08/EMPC-2018.pdf

3.- Estudio muestral sobre la participación ciudadana en las elecciones federales de 2021. Págs. 8 y 25

https://repositoriodocumental.ine.mx/xmlui/bitstream/handle/123456789/146658/CGor202211-29-ip-3.pdf

4.- Estadísticas, Lista Nominal y Padrón Electoral.

https://www.ine.mx/credencial/estadisticas-lista-nominal-padron-electoral/