Petróleos Mexicanos (Pemex) enfrenta críticas y acusaciones de opacidad tras la explosión en la plataforma marina Akal-B el pasado 6 de abril, en la que se reportó la muerte de al menos dos trabajadores y un desaparecido, según medios locales. Sin embargo, la paraestatal solo emitió comunicados escuetos sobre el incidente, minimizando su gravedad.
Organizaciones civiles ambientalistas han denunciado que, además de la explosión, se produjo un derrame de petróleo en la plataforma Cantarell, el cual Pemex ha omitido mencionar. Imágenes satelitales registraron una mancha de casi 400 kilómetros cuadrados en la zona, visible desde el 22 de marzo hasta después del siniestro.
La opacidad de Pemex se suma a un preocupante incremento de incidentes en los últimos dos años, con un aumento del 152% en la frecuencia de siniestros. A pesar de ello, el presupuesto destinado al mantenimiento de instalaciones se ha reducido en un 50%, lo que evidencia decisiones administrativas que priorizan la extracción de combustibles fósiles sobre la seguridad y el mantenimiento de la infraestructura.
La falta de transparencia de Pemex ha generado incertidumbre sobre el número real de trabajadores afectados y la magnitud de los daños ambientales. Las organizaciones exigen al gobierno federal información clara sobre este y otros siniestros, así como medidas de remediación y un diálogo público sobre la situación real de la paraestatal.
El silencio de Pemex y la falta de acción por parte de las autoridades ponen en riesgo tanto la seguridad de los trabajadores como la salud de las comunidades y el medio ambiente. Es imperativo que se garantice la transparencia y la rendición de cuentas en todas las actividades de la paraestatal para evitar futuros desastres y proteger los derechos humanos y ambientales de la población.