Rip Van W.
Vigilante asiduo de las noticias que ocupan al Estado, al país y al mundo, hasta este momento no he leído un solo pronunciamiento del tema arriba señalado (por parte de especialista ni por parte de legos en la materia jurídico-electoral).
Con el riesgo que conlleva ser de los primeros en decirlo, lo hago [es decir, me pronuncio] con la mayor objetividad que me es posible…
Lo asumido por todos pero que se comprueba con la declaración escrita que se atribuye al tristemente célebre narcotraficante mexicanos Ismael Zambada, podría o debería, ser crucial para invalidar la elección presidencial de 2024 o, al menos, para nulificar las elecciones del Estado de Sinaloa.
Como dijera la ministra Lenia Batres: “de verdad, de verdad, se necesita ser doctor en derecho” para arribar a la conclusión de que la participación de la delincuencia organizada y su infinito capital económico vició los resultados de las elecciones en Sinaloa y muy probablemente en todo el país?
Es obvio que en eso sí podemos coincidir con lo señalado “simpáticamente” [por decirlo de la mejor forma] por la ministra morenista-oficialista. No se necesita de una operación intelectual compleja para concluir que la intervención del narco en la elección y definición de las campañas y los resultados electorales en 2024, rompió el equilibrio de la contienda y si a ello se suma la intervención presidencial desde el púlpito matutino, el resultado podría y debería ser la anulación de la elección presidencial de 2024.
Obviamente que los morenistas, acostumbrados a lo que se conoce como “maromas” sostienen desde ahora que si los gringos juzgan y condenan a Genaro García Luna, es porque son héroes de la democracia del mundo pero que si investigan a morenistas vinculados con el narco (comenzando con AMLO y terminando con los gobernadores de Sinaloa y Tamaulipas, entre muchos otro) es porque son injerencistas pérfidos.
La verdad es, vox populi, que México es un narco-país, desde hace muchas décadas pero que en el último sexenio la sociedad gobierno-crimen organizado, rebasó todos los niveles previos.
Dice un gran abogado, maestro de muchas generaciones de exitosos abogados que: “en el derecho no importa quien tenga la razón sino quién puede demostrar que la tiene”. Y eso viene a cuento porque en México, todo mundo tiene conocimiento de que el verdadero poder que dirige el pulso de la república, ni siquiera es AMLO o el Ejército, sino el poder económico del crimen organizado. Sin embargo, los rumores no prueban nada pero, una declaración, como la que aquí se comenta, sí parece apta para justificar eso que la generalidad de la gente supone [la injerencia del crimen organizado en los resultados electorales].
En México hay un presidente que solo ve lo que quiere ver y que por haber corrompido a gran parte de la población nacional mediante las dádivas con fines electorales, logra convencer a millones de que el cielo no es azul y que la noche no es oscura pero, las mentiras no duran para siempre… la verdad siempre sale a la superficie.
Durante seis años me pregunté en qué momento iba a explotarle en la cara al presidente, esa bomba de tiempo (me refiero a sus componendas con el crimen organizado, que evidencian la clase de persona que él realmente es: una persona deshonesta que con tal de acceder al poder fue capaz de vender a su país como Judas lo hizo con Jesucristo; ya que prácticamente eso fue lo que hizo al entregar a México con el crimen organizado) y me parece que ese momento ya llegó ahora.
Lo ya declarado por el delincuente en cuestión, más lo que siga declarando en la Unión Americana, considero que podría ser ofrecido en los litigios que la oposición libra en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación [como prueba superveniente], para poder conseguir la anulación de la burdamente inequitativa contienda electoral de 2024.
Eso sería lo jurídicamente procedente en un país no de primer mundo sino en cualquier país que no viviera como el nuestro, en la cultura de la trampa.
Pero, desafortunadamente, en un país como México, los protagonistas políticos, están más ocupados en matar a la presa para ver con qué despojos pueden quedarse, que en intentar construir un país que tenga como bases el trabajo, la honestidad, el decoro, la excelencia y el progreso con base en el esfuerzo.
Salvo prueba en contrario!
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