Macario Schettino
El día de ayer, el FMI publicó sus nuevas estimaciones del comportamiento económico, que para el caso de México reportan la más grande contracción. En lugar de crecer 2.2 por ciento este año, lo haríamos en 1.5 por ciento, mientras que para 2025, la institución espera un crecimiento de 1.3 por ciento. También ayer publicó Citibanamex su encuesta de especialistas, que coincide en la primera cifra, 1.5 por ciento para este año, pero es más pesimista para el próximo: la mitad de los expertos esperan que México crezca 1 por ciento. Hace dos semanas andaban en 1.2 por ciento.
Hace unos días, circularon en las redes las láminas de una presentación que hizo Alejandro Werner (ahora en la universidad de Georgetown) en el Peterson Institute por Internacional Economics. Es un excelente resumen de lo que ocurre en México, pero en sus estimaciones, el crecimiento para este año sería de cero, y de -0.7 por ciento para 2025. Puesto que Werner fue subsecretario de Hacienda en México, y responsable del área occidental del FMI por varios años, no es una estimación que deba menospreciarse, de manera que revisé mis cálculos para entender la diferencia.
Como ya sabemos, México vivió dos burbujas durante los 18 o 24 meses previos a la elección. Una fue de consumo, donde vimos un gasto mucho mayor a lo esperado. De hecho, es un gasto que supera a la tendencia previa en 4 puntos del PIB durante 2023, y se acerca a 5.5 puntos en 2024. Cifras muy cercanas al déficit fiscal en ambos años. Entre el reparto de efectivo, incrementos de salarios por encima de lo lógico y remesas crecientes, alcanzó para que los votantes fueran felices y votaran en consecuencia.
La otra burbuja la ha reportado esta columna desde fines de 2022: un incremento en ‘obras de ingeniería civil’, subsector de la construcción, que no tiene explicación. Bueno, sí la tiene: es un fraude de la Secretaría de la Defensa a INEGI. Es la causa de que la llamada ‘inversión fija bruta’ tuviera un crecimiento extraordinario durante 2023. Son datos ficticios, que me parece resultan de la confusión entre valor de la construcción y valor agregado. En cualquier caso, eso se está viniendo abajo, y ahora tenemos datos muy negativos en este renglón.
Puesto que ni consumo ni inversión crecen a ritmos relevantes, cualquier incremento en el déficit en cuenta corriente se convierte en una contracción en el PIB. Eso, me parece, es lo que ocurrió en el tercer trimestre, que no se ha reflejado aún en las estimaciones de los especialistas. Ayer se publicó el Índice Global de Actividad Económica para el mes de agosto, y el día anterior el dato oportuno a septiembre. Con esos datos, la actividad del tercer trimestre, medida con este índice, reflejaría un crecimiento anual de 1.1 por ciento, ligeramente inferior al del trimestre previo. Pero el PIB ha sido inferior al IGAE desde inicios de 2023, de forma que podría uno esperar un crecimiento de apenas 0.5 por ciento para el tercer trimestre.
Ahora bien, si los especialistas estiman un crecimiento de 1.5 por ciento para todo este año, y en el primer semestre el PIB creció 1.4 por ciento, esperan un ligero repunte, y ése no ocurrió en el trimestre pasado, ni en éste. Es decir, olvídese de esa cifra. Si mis cálculos son correctos, entre julio y septiembre tuvimos una ligera contracción, que se profundizará en estos meses, y muy posiblemente los primeros de 2025. No me sorprendería que el crecimiento del bienio 2024-2025 ronde apenas el medio punto porcentual. Para Werner, sería medio punto, pero negativo.
Parecerá un detalle menor, pero esto significa que la base sobre la cual tiene que calcular Hacienda sus ajustes de finanzas públicas se ha apretado considerablemente. Si en las primeras tres semanas de este gobierno las cosas no se veían bien, en las próximas tres creo que se verán peor.
El Financiero
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