Raymundo Riva Palacio
Donald Trump no imponga aranceles este martes. Después de casi cuatro décadas de pedir su extradición a Estados Unidos, les cayó como el año pasado Ismael El Mayo Zambada, del cielo, en forma expedita y sin ningún trámite judicial. Caro Quintero se declaró inocente al llegar al juzgado en Brooklyn, pero todo apenas comienza. La DEA, que hizo del caso Camarena su leitmotivy argumento para ganar presupuesto, nunca dejó de tener el ojo puesto sobre Bartlett.
La afirmación de que la CIA participó en el crimen de Camarena proviene de Phil Jordan, que era el director del Centro de Inteligencia en El Paso, y de Héctor Berellez, que encabezó la investigación de la DEA en México sobre el asesinato. Ambos identificaron a Félix Rodríguez, una figura legendaria de la CIA que participó en la invasión de Bahía de Cochinos y en la persecución y el asesinato de Ernesto Che Guevara. Rodríguez, que vive retirado en Miami, donde hay una importante comunidad de exveteranos de la CIA, fue la pieza central de las operaciones de la contra en América Central.
Jordan y Berellez llegaron a la conclusión sobre Rodríguez por el mapa de navegación que dibujó Harrison, que era asistente de Ernesto Fonseca, Don Neto, que también fue acusado y purgó condena en México por el asesinato de Camarena. Harrison mencionó directamente a Bartlett de haber sido actor importante en el asesinato de Camarena y de Manuel Buendía, el columnista político más influyente del último cuarto del siglo XX, que estaba investigando un mes antes de su muerte la relación de políticos mexicanos con el narcotráfico. Buendía me había comentado poco antes de que lo mataran que había encontrado la pista del contrabando de armas desde Texas a Honduras a través de México. Tras su muerte, Excélsior documentó la participación del Cártel de Guadalajara en esa operación, donde en pipas de Pemex metían drogas a Texas y regresaban con armamento.
En los 90 publiqué en EL FINANCIERO un informe confidencial que realizó un grupo al mando de Samuel del Villar, que trabajó en Los Pinos con el presidente Miguel de la Madrid como el arquitecto del proyecto de renovación moral, que concluyó que el asesinato de Buendía se decidió un mes antes de ejecutarse a finales de mayo de 1994, autorizado por Bartlett y el entonces secretario de la Defensa, el general Juan Arévalo Gardoqui, bajo el supuesto de que el columnista tenía detalles de la narcopolítica mexicana. Bartlett siempre ha negado enfáticamente todas las imputaciones sobre el crimen de Camarena Salazar que, sin embargo, nunca han dejado de perseguirlo, incluso con afirmaciones de que si viajara a Estados Unidos podría ser detenido, lo que nunca ha desmentido, ni se sabe de alguna visita a ese país en estos largos años. Arévalo Gardoqui fue señalado en Estados Unidos de estar metido en el tráfico de marihuana.
En 1987, el coronel North fue encontrado culpable de encubrimiento y acciones ilegales en el caso de los Irán-Contras, y contra su voluntad, Reagan lo tuvo que correr. En 1991, el presidente George H.W. Bush, exdirector de la CIA, lo perdonó y se convirtió en comentarista de Fox News —la cadena preferida de Trump— y representante de la poderosa Asociación Nacional del Rifle. Aquel episodio se cerró, dejando solo abierto y vivo, a partir del testimonio de Harrison, el asesinato de Camarena y la presunta responsabilidad de Bartlett en aquel crimen que narcotizó la relación bilateral con EU y que hoy cobró una nueva vigencia con la acusación de Trump de que existe una “inaceptable alianza” entre el gobierno y los cárteles de la droga.
El Financiero
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