Carlos Monsiváis Aceves, nacido el 4 de mayo de 1938 en la Ciudad de México y fallecido el 19 de junio de 2010, fue uno de los cronistas, ensayistas y analistas culturales más influyentes del México contemporáneo. Su estilo agudo, irónico y profundamente comprometido con las causas sociales lo convirtió en un referente obligado para entender la historia política, social y cultural del país en la segunda mitad del siglo XX y los inicios del XXI.
Monsiváis estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde cultivó desde joven un pensamiento crítico. Su formación, sin embargo, fue tanto académica como autodidacta. Ávido lector y observador incansable de la vida urbana, comenzó su carrera en medios como Excélsior, Siempre!, Proceso y La Jornada, además de colaborar en incontables revistas literarias y culturales. A través de la crónica, el ensayo y el comentario mordaz, retrató con profundidad fenómenos tan diversos como la política, la farándula, el cine, la religión popular, el movimiento estudiantil, el feminismo y los derechos de la comunidad LGBT+.
Entre sus obras más representativas se encuentran Días de guardar (1970), Escenas de pudor y liviandad (1981), Los rituales del caos (1995) y Apocalipstick (2009). En ellas, Monsiváis supo entrelazar la historia oficial con las voces marginales, el análisis erudito con el lenguaje cotidiano y el humor con la denuncia.
Fue un defensor incansable de las libertades civiles y un activista comprometido. Su presencia fue constante en marchas, foros y protestas a favor de los derechos humanos, los animales, las mujeres y las diversidades sexuales. En 2006, fundó el Museo del Estanquillo, una ventana al México que él mismo ayudó a documentar y reinterpretar a lo largo de su vida.
Dueño de una erudición enciclopédica, Monsiváis también cultivó amistades con figuras clave del arte y la cultura como Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Juan Gabriel, Chavela Vargas y muchos otros. Su figura trascendió géneros y generaciones, logrando que su palabra fuera escuchada tanto en salones académicos como en calles y plazas.
Carlos Monsiváis murió a los 72 años a causa de una fibrosis pulmonar. Su legado, sin embargo, permanece vivo en sus libros, en las generaciones que lo leyeron, y en la memoria colectiva de un México que él ayudó a contar, a veces con ironía, otras con ternura, pero siempre con lucidez.
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