México, tierra peligrosa para periodistas: asesinan, desaparecen y nadie responde

En México, contar la verdad puede costar la vida. Así lo advierte el más reciente informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF), que coloca al país en el lugar 124 de 180 en su Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2025. Un retroceso que vuelve a prender las alarmas: ejercer el periodismo aquí sigue siendo una profesión de alto riesgo.

Desde el año 2000, han sido asesinados 150 periodistas y 28 siguen desaparecidos. Y lo más grave: en el 90% de los asesinatos no hay justicia; en los casos de desapariciones, la impunidad es total.

Aunque este año se han registrado menos asesinatos —tres hasta la fecha— el entorno sigue siendo tóxico y peligroso. Balbina Flores, representante de RSF en México, advierte que muchos comunicadores han tenido que huir de sus hogares por amenazas, mientras otros viven bajo medidas de protección.

Los estados más afectados por la violencia contra periodistas son Ciudad de México, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Guanajuato, Quintana Roo y Puebla, donde las “zonas silenciadas” se extienden y la censura de facto se impone por miedo.

Pero no es solo la violencia: también la pobreza, la falta de apoyo internacional y la manipulación de la publicidad oficial debilitan a los medios independientes. Según Artur Romeu, director regional de RSF, en 22 de los 28 países de América Latina el principal enemigo de la libertad de prensa es ahora el dinero: los medios que critican al poder dejan de recibir recursos.

En México, esto se traduce en medios que cierran, periodistas mal pagados y una explosión de pequeñas páginas locales que, por falta de fondos, son vulnerables a presiones editoriales.

Romeu señala que, aunque la presidenta Claudia Sheinbaum ha evitado los ataques directos a la prensa, a diferencia de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, el cambio de tono no es suficiente: las estructuras de violencia e impunidad siguen intactas.

La libertad de expresión en México se tambalea entre balas, amenazas y abandono institucional. Mientras no haya justicia, seguridad y condiciones dignas para informar, hacer periodismo aquí seguirá siendo una labor heroica… y letal.

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