Redacción AgendaMX
Fuente original: Mauricio Merino – “Qué manera de quererte, ¡qué manera!”, El Universal
Cuando el Museo Nacional de Antropología recibió el prestigioso Premio Princesa de Asturias a la Concordia, el gesto fue claro: una mano tendida desde España hacia México, en busca de reconciliación. Pero en lugar de gratitud, la respuesta del gobierno mexicano fue un nuevo reproche.
La presidenta Claudia Sheinbaum, lejos de celebrar el reconocimiento, aprovechó la ocasión para recordar los abusos de la Conquista, calificando el premio como “un pasito” y reclamando de nuevo un perdón que se ha vuelto mantra de Palacio Nacional. Detrás de sus palabras, resuena el eco de su mentor: Andrés Manuel López Obrador, quien días antes anunció su próximo libro sobre la grandeza mesoamericana, una obra más dentro de su cruzada ideológica contra el pasado colonial.
Ambos discursos —uno diplomático, otro incendiario— muestran que la política exterior mexicana ha sido secuestrada por un afán simbólico y selectivo, apunta el analista Mauricio Merino. Porque si de agravios históricos se trata, ¿por qué no exigir disculpas también a Francia por el Segundo Imperio, o a Estados Unidos por arrebatar la mitad del territorio nacional?
La respuesta es política, no histórica. Según Merino, el pleito con España funciona como una cortina de humo para encubrir los nuevos atropellos cometidos contra los pueblos indígenas —los mismos que supuestamente se busca reivindicar. En vez de atender su realidad actual, el gobierno prefiere librar batallas contra fantasmas del siglo XVI.
Más grave aún, señala Merino, es que Sheinbaum haya desperdiciado una oportunidad de oro para marcar un nuevo tono diplomático, un gesto propio de quien empieza una presidencia con visión de futuro. Pero no: la línea está trazada y hay que seguirla “a pie juntillas”, aunque eso implique transformar un premio de paz en un nuevo episodio de confrontación.
En esta historia, la memoria no sirve para sanar, sino para polarizar. Y el mensaje es claro: nada que contradiga al líder, ni siquiera un acto de concordia.
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