El Organismo Público Local Electoral de Veracruz (OPLE) ha dejado claro, que no está a la altura de los desafíos democráticos del país. Lo que ocurrió en la elección judicial asquea. Y aunque intentan apagar el incendio al estilo de la 4T con un conteo “voto por voto y casillas por casilla”, el daño ya está hecho.
No se trata solo de contar de nuevo, se trata de explicar por qué su sistema colapsó, por qué hubo cifras infladas, votos duplicados, una participación inusualmente alta para los paquetes recibidos y una cantidad de votos nulos que no cuadra con nada – así lo reconoció el OPLE-.
Ayer, la presidenta del organismo, Marisol Delgadillo, visiblemente nerviosa describió lo ocurrido como “inconsistencias” pero todo apunta a que “alguien” metió las manos donde no debía. Y lo peor: lo hizo mal. Porque lo que pretendía ser un sistema para dar certeza y transparencia terminó generando desconfianza y caos.
Hubo inconsistencias -dijo- pero lo que no dijo es quién diseñó ese sistema, quién lo operó, quién lo validó y quién lo manipuló. Porque es obvio que fue manipulado. Pero mal. Tan mal que no pudieron ni sostener el fraude.
El resto de los consejeros guardaron un silencio cómplice. Los mismos que suelen hablar de legalidad, participación y transparencia, esos que generalmente toman el micrófono con entusiasmo, ahora optaron por volverse invisibles, mudos. No se escuchó el pronunciamiento de la consejera que recomendó para trabajar en el OPLE a Rafael González Ortiz, titular de la unidad Técnica de Servicios informáticos, el responsable de este desastre.
Todos guardaron silencio mientras el organismo electoral se desmorona frente a los ojos de una ciudadanía que exige respuestas y que hoy se queda sin la posibilidad de ver en tiempo real la sumatoria de votos pero a cambio el OPLE ofrece “grabar” algunos conteos y difundirlos después, contar con personas con fe pública para atestiguar hechos y estar vigilantes ¿Eso es transparencia? No. Eso es simulación, es maquillaje.
Y sí, hay candidaturas molestas. Algunas han levantado la voz pero son los menos, ¿Y los otros? ¿En qué momento se atreverán a decir en voz alta lo que saben perfectamente? que la carencia de transparencia es obvia, que hubo intromisión del Poder Judicial del Estado en la elección de juzgadores, porque hay evidencia —sí, evidencia— de la intromisión de ese poder en la elección, un hecho gravísimo que parece no incomodar a nadie con autoridad para sancionar.
¿Cuándo van a exigirle al OPLE que responda con hechos y no con explicaciones? ¿Cuándo exigirán a las autoridades investigaciones y sanciones?
Lo que se vivió en el OPLE no fue un simple “error del sistema”. Fue una intervención mal planeada, burda, que pone en duda no solo esta elección, sino la credibilidad completa del organismo electoral. Y eso no se repara contando votos con las manos, se repara con justicia, con investigación y con responsables sancionados.
Esta elección costó millones de pesos, fue presentada como un ejercicio inédito de participación, y terminó convertida en una farsa institucional. Una mancha más a la democracia veracruzana.
El resultado, sea cual sea, ya está contaminado. La confianza no se recupera con discursos. El OPLE le falló a Veracruz. Lo ocurrido no es un accidente. Es la crónica de una manipulación anunciada.
La elección judicial ya está manchada. No importa quién gane: el resultado no será creíble. ¿Alguien se atreverá a pedir su nulidad? Porque lo cierto es que esta elección es hoy sinónimo de duda, opacidad e impunidad.
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