El tablero geopolítico global acaba de agitarse con fuerza: bombarderos B-2 Spirit, los aviones más sofisticados y costosos del arsenal militar estadounidense, están siendo trasladados desde Misuri hacia la isla de Guam, en una maniobra que muchos ya interpretan como una advertencia directa a Irán.
La razón detrás de este despliegue no ha sido oficialmente confirmada por el gobierno del presidente Donald Trump, pero coincide con el creciente rumor de una ofensiva israelí sobre instalaciones nucleares iraníes, con el objetivo de neutralizarlas de forma definitiva.
El B-2 Spirit, una maravilla tecnológica con capacidad de volar más de 11,000 kilómetros sin repostar y virtualmente indetectable por radar, es el único avión capaz de transportar la MOP (Massive Ordnance Penetrator), una bomba de 13.600 kilos diseñada específicamente para destruir búnkeres enterrados a más de 60 metros de profundidad. Entre sus posibles blancos: la planta nuclear subterránea de Fordo, uno de los bastiones del programa nuclear iraní.
Además de su potencia destructiva, el B-2 puede lanzar ataques quirúrgicos con municiones guiadas por GPS, atacar desde fuera del alcance enemigo gracias a sus misiles JASSM-ER, y actuar con solo dos pilotos gracias a sus sistemas automatizados de última generación.
El traslado de estas aeronaves a Guam —una base clave en el Pacífico occidental— envía un mensaje potente en medio de tensiones crecientes en Medio Oriente. Y aunque por ahora no hay confirmación de una intervención directa estadounidense, la sola presencia de estos bombarderos es una señal clara de que Washington está listo para actuar si el conflicto escala.
¿Estamos ante la antesala de un nuevo enfrentamiento global? Mientras el mundo observa, las sombras de los B-2 ya vuelan sobre el Pacífico.
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