Una inyección que promete casi total protección contra el VIH ha sido aprobada en Estados Unidos. Se llama lenacapavir, su nombre comercial es Yeztugo y, con solo dos aplicaciones al año, podría cambiar el rumbo de una epidemia que ha cobrado millones de vidas en las últimas décadas.
Pero hay un problema: el acceso.
El fármaco fue autorizado esta semana por la FDA y mostró resultados extraordinarios en ensayos clínicos. Con solo dos dosis anuales, los participantes lograron mantenerse prácticamente libres de infección. Según Mitchell Warren, director ejecutivo de AVAC, “estamos ante la mejor herramienta de prevención que hemos tenido en 44 años”.
Sin embargo, este gran avance científico llega en un momento crítico: los recortes presupuestarios en salud pública, tanto en Estados Unidos como en el mundo, amenazan con hacerlo inalcanzable para quienes más lo necesitan.
La cura está… pero es cara
Desarrollado por Gilead Sciences, el lenacapavir costará más de 28 mil dólares al año, aunque la farmacéutica asegura que la mayoría de los pacientes estarán cubiertos por seguros o programas de asistencia.
Aun así, activistas y expertos temen que las aseguradoras impongan barreras, como ya ocurrió con otras opciones preventivas como el Apretude, que se aplica cada dos meses. Mientras tanto, las pastillas diarias genéricas cuestan solo 1 dólar por dosis, aunque su efectividad es menor en algunos sectores de la población.
“Es la misma historia de siempre: un avance científico increíble que podría salvar millones de vidas, pero que no está al alcance de quienes más lo necesitan”, advirtió Jeremiah Johnson, director de PrEP4All.
¿Y el resto del mundo?
A nivel global, la situación es aún más compleja. Solo en 2023, 1.3 millones de personas contrajeron VIH en todo el mundo. Y aunque Gilead prometió entregar 2 millones de tratamientos de forma gratuita en países de bajos ingresos, no incluye a los de ingresos medios, como Brasil, que concentran una gran parte de los nuevos casos.
“El fármaco no llegará a quienes lo necesitan si no hay voluntad política y financiamiento”, alertó Asia Russell, de Health Gap. El Plan PEPFAR de Estados Unidos, que antes financiaba programas clave contra el VIH, ha sufrido recortes impulsados por el gobierno de Trump, afectando especialmente la prevención en países pobres.
La prevención, en peligro
Paradójicamente, la prevención es la forma más rentable de frenar la epidemia. Cada nueva infección cuesta más de 1 millón de dólares en atención médica. Aun así, los fondos se están destinando cada vez más al tratamiento en lugar de evitar nuevos casos.
“La prevención está bajo amenaza”, sentenció Linda-Gail Bekker, quien lideró uno de los ensayos clínicos. “Si no prevenimos esta epidemia ahora, seguirá creciendo durante años”.
La esperanza que representa el lenacapavir podría ser el principio del fin del VIH. Pero si el acceso se convierte en un privilegio, la ciencia, una vez más, llegará demasiado tarde para millones.
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