“¡Condenan a Israel pero ayudan en secreto!” El doble juego de Arabia Saudita y Jordania en la guerra Irán-Israel

Redacción | Agendamx Global

Mientras los gobiernos árabes condenan públicamente a Israel, algunos ya están colaborando bajo la mesa con el enemigo. Así de claro lo dejan las recientes revelaciones sobre el papel de Jordania y Arabia Saudita en la guerra entre Irán e Israel.

A mediados de junio, 21 países árabes y de mayoría musulmana firmaron una declaración que condena “categóricamente” los ataques israelíes contra Irán y alerta sobre las consecuencias “devastadoras” que una escalada podría tener para la paz regional. Pero los hechos muestran otra realidad.

Jordania derriba misiles… ¿en defensa de quién?

Jordania admitió haber derribado misiles iraníes que cruzaban su espacio aéreo, argumentando que representaban un peligro para su población. Aunque la versión oficial habla de “legítima defensa”, analistas coinciden en que la acción benefició directamente a Israel.

El problema es que Jordania no solo enfrenta una amenaza externa, sino también un caldo de cultivo interno explosivo: una parte significativa de su población, incluida la propia reina, es de origen palestino y mantiene un rechazo histórico hacia Israel. En este contexto, el gobierno se ha visto obligado a disfrazar sus decisiones prooccidentales para evitar una crisis interna.

Arabia Saudita: apoyo silencioso bajo la mesa

Riad, por su parte, condenó la violencia israelí y hasta se refirió a Irán como “nación hermana”, pero detrás del telón estaría cooperando con Israel, permitiéndole el uso de su espacio aéreo e incluso compartiendo datos de radar.

Expertos aseguran que el reino saudí prioriza su alianza con Estados Unidos, de quien depende fuertemente para su seguridad. En caso de conflicto directo con Irán, Washington sería su salvavidas inmediato, lo que explicaría su colaboración encubierta con el bloque israelí-estadounidense.

 EE.UU., el factor de presión

Tanto Jordania como Arabia Saudita están atadas por acuerdos militares y de defensa con Estados Unidos, lo que limita su margen de maniobra. En el caso jordano, la presencia de tropas y equipos militares estadounidenses en su territorio impone silenciosas obligaciones.

El dilema es claro: ¿cómo justificar ante sus pueblos una aparente complicidad con un Estado que muchos consideran agresor? El desafío para ambos gobiernos es contener el malestar social, sin romper los vínculos que les garantizan seguridad externa.

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