Lo que comenzó como una crítica aislada se ha convertido en una cruzada total: la administración de Donald Trump ha lanzado un asalto frontal contra las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, y su vicepresidente, J.D. Vance, es el encargado de comandar esta ofensiva.
En discursos recientes, Vance no se ha guardado nada: citó incluso al expresidente Nixon diciendo que “los profesores son el enemigo”. Aunque él mismo es graduado de Yale, ha sido pieza clave en el plan de Trump para desfinanciar universidades, restringir estudiantes extranjeros, e intervenir en los contenidos educativos.
¿La excusa? El “antisemitismo” en campus
El discurso oficial dice que instituciones como Harvard y Columbia promueven el antisemitismo. Sin embargo, críticos aseguran que esta narrativa es una pantalla para acallar voces progresistas, muchas de ellas de origen judío, y desmantelar el pensamiento crítico que cuestiona al actual gobierno israelí y su líder Benjamin Netanyahu.
¿Por qué tanto odio a la educación?
Expertos sostienen que este ataque tiene raíces más profundas: un resentimiento de clase, odio a la intelectualidad y al “elitismo” universitario que suele criticar al trumpismo. Tal como ocurrió en regímenes autoritarios del pasado, el conocimiento y la ciencia son vistos como amenazas al poder.
“El talento es un insulto intolerable para la mediocridad”, escribió el ensayista Simon Leys, una frase que parece explicar mucho de lo que hoy vive EE.UU.
¿Qué está en juego?
La guerra cultural en los campus no es solo simbólica: podría tener efectos devastadores para la investigación médica, la innovación tecnológica y la libertad académica. Mientras tanto, muchas universidades deberán repensar su postura y su papel en una sociedad cada vez más polarizada.
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