AMLO: ¿un modelo a la húngara?

Columna: Resiliencia democrática
Eduardo Sergio de la Torre Jaramillo

En 2018, Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia con una nueva formación política: Morena. Fue la primera vez en la historia contemporánea de México que un partido de reciente creación alcanzó tal logro, después de dos intentos fallidos con el PRD en 2006 y 2012.

Afirmó, de manera demagógica, que su gobierno constituía la “Cuarta Transformación” del país —después de la Independencia, la Reforma y la Revolución—. Sin embargo, esa narrativa quedó, en los hechos, en una fase predominantemente destructiva de las instituciones creadas desde la transición democrática, a diferencia de las tres transformaciones históricas previas, que combinaron ruptura con construcción de un nuevo orden político.

Lo que realmente está en debate es: ¿qué modelo pretende instaurar? ¿El chino, el ruso, el venezolano? Poco se ha explorado, en cambio, el modelo húngaro encabezado por Viktor Orbán, que es, a mi juicio, el que más se aproxima a lo que AMLO intentó construir. Veamos.

Coincidencias

1) Transición democrática. La primera coincidencia entre Viktor Orbán y AMLO es su irrupción en los procesos de transición democrática en Hungría y México. En el caso de López Obrador, su incorporación fue tardía: en 1988 apoyó la campaña presidencial del PRI con Carlos Salinas de Gortari, y sólo en 1989, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano lo invitó a ser candidato a la gubernatura de Tabasco por el PRD, decidió renunciar al PRI de su estado natal.

2) Giro ideológico. Viktor Orbán fue inicialmente un liberal prooccidental que terminó gobernando como un político iliberal y, hoy, como un autócrata. AMLO, por su parte, se insertó pragmáticamente en la izquierda, aunque no es un político de izquierda sino un neoconservador: desde su etapa como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México intentó frenar la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario; ya como presidente propuso someter el aborto a consulta pública, lo que fue rechazado por el movimiento feminista.

Viktor Orbán y la construcción del Fidesz

El 30 de marzo de 1988, Orbán —entonces estudiante—, junto con otros 30 jóvenes, creó Fidesz (Fiatal Demokraták Szövetsége, “Alianza de Jóvenes Demócratas”). Dos requisitos bastaban para ingresar: a) tener entre 16 y 35 años; b) no pertenecer a la organización juvenil comunista. En un mes sumaron mil integrantes; al año siguiente, seis mil. Con las elecciones programadas para 1990, entre 1988 y 1989 emergieron 60 partidos políticos. En octubre de 1989, Fidesz decidió convertirse en partido político formal: su programa —privatización, desregulación y multipartidismo— era abiertamente radical.

Orbán irrumpió decisivamente en la escena pública el 16 de junio de 1989 con un discurso contundente: exigió la retirada de las tropas soviéticas, reclamó la democratización del país —incompatible con el comunismo— y propuso a Hungría incorporarse a la senda de prosperidad occidental. En el caso de AMLO, su narrativa favorable a la democracia se consolidó después de los fraudes electorales que padeció en Tabasco en 1989 y 1994. En 1996, Cuauhtémoc Cárdenas lo nombró dirigente nacional del PRD; en esa etapa, al igual que Felipe Calderón —entonces presidente del CEN del PAN—, rechazó las prerrogativas derivadas de la reforma electoral de Ernesto Zedillo.

Diferencias

1) Formación profesional. Viktor Orbán estudió Derecho y obtuvo una beca para el Pembroke College de Oxford. AMLO cursó Ciencias Políticas en la UNAM, tardó 14 años en concluir la licenciatura y no estudió en el extranjero. Su mentor fue el poeta tabasqueño Carlos Pellicer, sobre quien declaró a la revista Proceso: “Mi relación con él fue muy estrecha y definitoria, porque conocí al maestro Pellicer en una etapa formativa muy importante para mi vida”.

2) Experiencia legislativa y partidista. Orbán fue diputado y presidente nacional de Fidesz. AMLO nunca integró el Congreso de la Unión; fue presidente del PRI en Tabasco, dirigente nacional del PRD y, posteriormente, de Morena.

3) Reacomodo ideológico y éxito electoral. Entre 1993 y 1995, Fidesz giró hacia la derecha, dividiéndose en dos bloques (liberal e izquierda). Orbán concluyó que sólo quedaba espacio para una reorientación conservadora. Aunque en 1994 el partido sufrió un ligero retroceso parlamentario, en 1998, con 35 años, Orbán se convirtió en el Jefe de Gobierno más joven de Europa. AMLO, por su parte, renunció al PRD tras el “Pacto por México” y fundó Morena. En las elecciones legislativas de 2015, el nuevo partido obtuvo 15 diputaciones federales, en los siguientes distritos federales: 12 en la CDMX, 2 en Veracruz (Xalapa y Coatzacoalcos, con Cuitláhuac García y Rocío Nahle) y 1 en el Estado de México (Texcoco).

Por otra parte, en las elecciones de 2010, el Fidesz ganó la jefatura de gobierno, cuya narrativa fue la corrupta élite socialista, y prometió “llevar el pueblo de nuevo al poder”; y Viktor Orbán regresó al poder, donde le puso fin a la era poscomunista y creó el “Nemzeti Együttmúködés Rendszere” (Sistema de Cooperación Nacional), donde la gente está por encima de los partidos y debe unirse en beneficio de la nación; y con 263 escaños, las dos terceras partes del parlamento, aprobó una nueva constitución en 2011, donde restringió la libertad de prensa, desapareció la independencia judicial (jubiló a 400 jueces).

Posteriormente, reformó la ley electoral, donde redujo el tamaño del parlamento de 386 a 199; además, les concedió el voto a los húngaros que viven en los países mencionados líneas arriba, allí viven 2 millones, de los cuales le votan 450 mil húngaros; además creó partidos fantasma con los nombres parecidos a los partidos de oposición para confundir al electorado, inclusive legalizó el turismo electoral, donde se registran para votar en cualquier parte del país, con eso debilita a la oposición en la capital del país. Y, por último, en 2014 les quitó la autonomía a todas las universidades públicas del país, controla los centros de investigación, la figura del rector la sustituyó por el de un director administrativo que ejerce un control político-ideológico. Con todo esto Viktor Orbán ganó las elecciones de 2014, 2018 y 2022.

Conclusión

El proyecto de “transformación” de AMLO se le puede comparar con lo que hizo Viktor Orbán con los cambios constitucionales, que provocaron la nula división de poderes en el país, y lo que falta con la nueva reforma electoral, la cual reducirá el número de integrantes del congreso de la unión, disminuirá las prerrogativas, transformará al INE, en INE”C” (y de Consultas), desaparecerá a los OPLE´s (la única medida acertada de la próxima reforma); con todo esto se caminará hacia un nuevo partido de Estado, donde la oposición será aniquilada. ¿Acaso no es pertinente pensar que el nuevo modelo político en México tiene una inspiración húngara?

El paralelismo entre Viktor Orbán y López Obrador no es una mera curiosidad comparada: es una advertencia institucional. La democracia puede ser erosionada desde dentro por liderazgos que, legítimos en las urnas, construyen un andamiaje iliberal que desmantela contrapesos y normaliza la concentración del poder.

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