Fuente original: Azucena Uresti en su columna Fila Cero | El Universal
El horror tiene nombre y un rostro: Irma Hernández, maestra jubilada de 62 años y taxista en Álamo Temapache, Veracruz. La semana pasada fue hallada sin vida tras ser secuestrada por “La Mafia Veracruzana”, grupo ligado al Cártel del Golfo. Su “delito”: negarse a pagar la cuota de extorsión.
Antes de matarla, los criminales la obligaron a grabar un escalofriante video:
“Con la Mafia Veracruzana no se juega. Paguen su cuota o van a terminar como yo”.
Tres hombres fueron detenidos en tiempo récord, pero la tragedia fue minimizada por la gobernadora Rocío Nahle, quien afirmó que la víctima “murió de un infarto”, mientras la presidenta Claudia Sheinbaum la defendió asegurando que “está haciendo un buen trabajo”.
La realidad es otra: aunque los homicidios diarios bajaron de 91 a 65, la extorsión —el crimen que hoy más aterroriza a las calles— se disparó un 73% desde 2018, y las desapariciones subieron a 42 personas al día.
Sheinbaum ha firmado una iniciativa para perseguir la extorsión de oficio, pero por ahora la única herramienta inmediata es una línea anónima (089) que pocos se atreven a usar.
💥 México puede tener menos asesinatos, pero más miedo que nunca.
Mientras sigan las cuotas del terror, cualquiera podría ser el siguiente.
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