Cayó uno de los últimos gigantes del narcotráfico. Ismael ‘El Mayo’ Zambada se declaró culpable y aceptó lo que durante décadas fue un secreto a voces: corrompió policías, militares y políticos mexicanos durante medio siglo para mantener en pie al Cártel de Sinaloa.
Con un simple “me declaro culpable”, el mítico capo que sobrevivió a todos los gobiernos confirmó la red de podredumbre que convirtió a México en un Estado infiltrado por el narco. Su sentencia se dictará el 13 de enero de 2026, aunque todo apunta a que su confesión le permitirá evitar un juicio público que hubiera revelado la verdadera dimensión de su poder.
Pero la caída del “Señor de la Montaña” no significa el final de la historia. Al contrario: dejó en la mira a quienes aún controlan la maquinaria criminal. Entre ellos, Nemesio Oseguera ‘El Mencho’, el fantasma del CJNG, por quien Estados Unidos ofrece 15 millones de dólares; los herederos del “Chapo”, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán, con recompensas de 10 millones cada uno; el hijo del Mayo, ‘El Mayito Flaco’, sediento de venganza contra Los Chapitos; y el casi mítico ‘Guano’ Guzmán, hermano del Chapo, con precio de 5 millones sobre su cabeza.
Mientras tanto, Donald Trump ya subió la apuesta al declarar a los cárteles como “organizaciones terroristas internacionales”, una etiqueta que abre la puerta a una persecución sin fronteras.
El mensaje es claro: si hasta “El Mayo” cayó, nadie está a salvo.
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