– ¿Cuánto le cuesta a los veracruzanos un elogio a Nahle?
Quetzalli Carolina Vázquez
28/10/2025
El 29 de septiembre, Latinus difundió una investigación del periodista Héctor G. Girdóa que reveló que youtuberos e influencers afines a la 4T cobran hasta 150 mil pesos por hacer preguntas a modo en las mañaneras de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Según el reportaje, su papel es señalar, denunciar, atacar o elogiar, según se acuerde con los clientes; son operadores disfrazados de comunicadores, parte de una maquinaria que busca maquillar los errores con aplausos pagados.
Entre los mencionados en ese tipo de actividades aparece Carlos Domínguez, un personaje que justo este 28 de octubre se presentó en la mañanera presidencial con una misión muy clara: defender a la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, y hablar bien de ella.
Domínguez aseguró haberla visto en la zona siniestrada del norte del estado, la elogió por su cercanía con la gente y hasta se aventuró a decir que la mandataria ha sido “víctima” de críticas muy duras.
Todo lo dijo leyendo un texto, palabra por palabra, evidenciando que no tiene conocimiento real del tema ni una postura propia, su intervención no fue una pregunta, sino una tarea cuidadosamente asignada, la cual tenía que ser bien cumplida para no tener problemas con el pago.
Pero detrás de esa intervención hay un motivo y es que, un día antes, en su propia conferencia, Rocío Nahle mostró su incapacidad para aceptar la crítica; cuando fue cuestionada sobre la posibilidad de remover a la titular de Protección Civil, señalada por no tener el perfil técnico adecuado y por la falta de previsión ante el desastre en el norte del estado Nahle respondió sin titubeos: “No se va, porque me ayuda mucho”, dejando en claro que la lealtad personal vale más que la capacidad profesional.
Lo peor vino cuando fue informada que frente al palacio de gobierno se recaban firmas para solicitar su salida del cargo, a lo que contestó con un: “está bien, ahí que se entretengan”, y para rematar, cuando se le cuestionó si está a favor de la revocación de mandato, adjetivó a sus críticos como “carroñeros” y los redujo a un “sectorcito”, exigió respeto, se victimizó y asumió nuevamente esa actitud autoritaria, prepotente y confrontativa que la ha caracterizado desde que asumió el cargo.
Inmediatamente los veracruzanos reaccionaran con fuerza, las redes sociales estallaron en comentarios a Nahle: le recordaron que no es veracruzana, que debe respetar al pueblo que exige su salida, y que ella misma es la causa del creciente rechazo social, la respuesta ciudadana fue tan fuerte que el gobierno estatal entró en crisis comunicacional.
El escándalo fue de tal magnitud que desde Comunicación Social del Gobierno del Estado se activó el ya tradicional “plan de control de daños” que consiste en contratar o coordinar intervenciones a modo en espacios nacionales y entonces, como por arte de magia, Carlos Domínguez apareció con su libreto en la mañanera de la presidenta para limpiar la imagen de Nahle y provocar que Claudia Sheinbaum saliera en su defensa.
El episodio confirma que no hay una estrategia de comunicación en Veracruz, sino que los responsables del área esperan a que la gobernadora haga su desastre para después tratar de corregir errores con dinero público.
La gobernadora está segura de que, quienes están a su alrededor le quieren causar daño pero la realidad es que a ella no la daña la prensa, ni la oposición, ni las redes sociales, se daña ella misma cada vez que abre la boca para descalificar, confrontar o imponer, es su propia voz, su propio carácter y su soberbia lo que desgasta a su gobierno.
El costo político de su comportamiento lo pagará ella, pero el costo económico de intentar reparar sus errores lo pagan los veracruzanos; son varias las ocasiones en que Comunicación Social recurre a preguntones, voceros o periodistas pagados para maquillar lo que no puede ocultarse: una administración que se hunde entre la soberbia y la simulación, una gobernadora que exige respeto, pero insulta a sus críticos y paga para que la aplaudan.
Ella insiste en acusar a sus críticos de beneficiarse de la tragedia, pero la verdad es que todos los políticos se están beneficiando del desastre todos suben fotos, reparten discursos y posan entre la gente para promocionarse porque los políticos no son beneficencia pública ni misioneros religiosos: son políticos, y buscan siempre verse bien ante el electorado.
La gobernadora debería entenderlo y en lugar de ofenderse, debería reconocer que lo que Veracruz necesita no son pleitos, sino liderazgo, humildad y conciliación.
¿Qué tan difícil sería dar un simple agradecimiento a todos los partidos y políticos que ayudaron a los veracruzanos?…Un mensaje de gratitud sería una muestra de humildad y de verdadero liderazgo, pero parece que Rocío Nahle es incapaz de pronunciarlo, prefiere confrontar, victimizarse y señalar culpables antes que asumir su responsabilidad política y moral.
Hoy, Veracruz no enfrenta solo una tragedia natural; enfrenta un desastre institucional causado por un gobierno que prefiere gastar dinero en limpiar la imagen de su titular, en lugar de invertir en profesionalizar su administración.
La gobernadora podría resolver muchos de los problemas de su gestión con un cambio de actitud pero mientras siga creyendo que el enemigo está afuera, y no dentro de su propio reflejo, seguirá pagando el precio de su soberbia.
Lo preocupante es que, cada intento por recomponer la imagen de la gobernadora cuesta dinero público, cada elogio pagado, cada defensa fabricada, cada vocero improvisado… sale del bolsillo de los veracruzanos.
Lo bueno es qué en Veracruz “EL PROBLEMA NO ES EL DINERO”.
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