Impostergable

Rip Van W.

Hay dos cosas de las que quiero hablar ahora.

La primera es la inadmisible actitud de las mujeres que dirigen los destinos de Veracruz y de México.

Cuando escucho la arrogante manera de hablar de la gobernadora de Veracruz y de la presidenta de México, creo más escuchar la arrogante postura de un par de integrantes de la realeza que de dos mandatarias emanadas de un partido que habiendo prometido ser la regeneración de una política descompuesta terminó siendo lo peor que nuestra nación ha padecido.

Creo que lo primero que debemos hacer es visibilizar ese problema para intentar solucionarlo. Ellas no mandan, los mandantes somos todos nosotros y ellas son las mandatarias. Mientras nosotros mandamos ellas obedecen. Deben tener claro que no son diosas ni reinas, son simples y temporales gobernantes que igual que cualquier otro que hayamos tenido, verán terminar su mandato y recibirán el inexorable juicio de la historia.

En segundo lugar deseo y necesito hablar de la muerte del alcalde de Uruapan, Michoacán, cuya reciente noticia sacudió nuevamente al país y al mundo (y aquí es donde lo primeramente expuesto se vincula con lo segundo). Pues no se necesita ser pitoniso para anticipar que mañana lunes por la mañana, cuando algún reportero pregunte a la presidenta qué opina del atentado contra el famoso hoy difunto alcalde (quien se hizo famoso precisamente por hacer lo que no ha hecho ningún gobernante morenista: combatir frontalmente a la criminalidad), ésta saldrá con la gracejada de siempre: que es culpa de Calderón, que las críticas son oportunistas, que irá su gobierno hasta las últimas consecuencias o que de plano no contestará nada porque no le agrada cómo se lo preguntaron.

Estas líneas buscan, insisto, visibilizar lo inadmisible del comportamiento de las antes aludidas, pues aunque hay evidencias de que en este régimen morenista, como en el anterior, a quien disiente o no se alinea con las ocurrencias de quienes gobiernan, lo decapitan, desaparecen o lo ejecutan en los espacios públicos, creo firmemente que es necesario levantar la voz y dejar constancia de que las cosas están peor que nunca en México, aunque la presidenta, la gobernadora de Veracruz y sus aplaudidores a sueldo hagan lo posible para maquillar nuestra apabullante realidad.

La muestra de que todos vivimos en medio del miedo, es que el autor de estas líneas considera necesario protegerse en un seudónimo, pues solo los políticos del régimen viven confiados en el manto protector que les proporciona saberse impunes y socios del crimen.

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