Eduardo Sergio de la Torre Jaramillo
La marcha del 15-N se llevó a cabo en 85 ciudades, de las cuales 31 fueron en las capitales de los estados, expresándose cuatro movimientos en la CDMX: Movimiento del Sombrero, Generación Z, Trabajadores de Salud, y Revocación de Mandato, y en el resto del país, el naciente movimiento del sombrero fue el que más gente convocó, eso sólo tiene una explicación; en el aniquilamiento de Carlos Manzo hubo una ruptura entre el espacio privado y el espacio público, ya que si recordamos los asesinatos de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el de Juan Camilo Mouriño Terrazas fue sólo a ellos en lo individual; pero el caso de Carlos Manzo fue un asunto familiar, ya que minutos antes de cometer el magnicidio había cargado a uno de sus hijos, y estaba con su familia en un festejo tradicional familiar, en el estado que tiene un enorme peso la festividad de los muertos; de allí la indignación nacional, porque quienes lo eliminaron se metieron con el símbolo más importante para los mexicanos: la familia.
La pésima respuesta gubernamental ante el magnicidio, fue usar el cliché de Felipe Calderón Hinojosa, el cual ya no funciona, por eso tuvieron que contratar a un enfermo mental que pulula en las librerías de viejo de Coyoacán en la CDMX, lo raparon, lo embriagaron, le dieron dinero y montaron un espectáculo político degradante, de un supuesto manoseo a CSP, y después lo detienen, al final, ni él supo lo que hizo (pongo así el nombre de la presidente, para que recuerden, que el único partido político que tendrá registro para la elección de 2027, es el de “Construyendo Sociedades de Paz” (CSP), quien ya logró 241 asambleas al corte del 14 de noviembre de 2025, y que es la tercera generación del PES, un partido no ciudadano, sino evangélico, al cual le darán el registro en 2026, justo cuando se cumplan los 100 años de la Guerra Cristera en este país. Será el partido que sustituya al narcopartido de morena en el 2030).
Regresando al tema de la marcha del 15-N, el movimiento del sombrero ya salió de Michoacán, y ya está tomando carta de naturalización en el todo el país, un movimiento marcadamente clasemediero, particularmente los que no están en los programas sociales que tiene capturados a 30 millones de mexicanos, que son los siervos electorales de morena, y que no todos le votan, tal y como se observó en la elección del poder judicial, que únicamente fueron a votar 10 millones, porque los otros 3 millones anulamos los votos para esa elección.
¿Qué observé en la marcha de Xalapa?, que fue orgánica, sin líderes, en donde el sentimiento que privó fue de indignación, de coraje, de intentar buscar una salida política desde la ciudadanía, si hay un rechazo a los partidos políticos, es el hartazgo hacia la inseguridad pública, porque la mayoría ha tenido experiencias desagradables de cerrar un negocio por el cobro de piso, un secuestro, una extorsión, y eso no lo puede paliar ningún programa social; sin embargo, el mayor detonante social fue la forma en cómo eliminaron a Carlos Manzo, particularmente el agravio hacia la familia, que es el núcleo de la sociedad mexicana.
Por otra parte, el gobierno federal se dedicó a denostar la marcha, con argumentos por demás ridículos, igual que Gustavo Díaz Ordaz, con este fue un complot internacional de la izquierda, y ahora es un complot de la derecha internacional, lo que, si fue un hecho, es que hubo pocos jóvenes en todo el país, esa Generación Z, apenas si vio, la mayoría que marchó fue gente adulta.
El llamado “Bloque Negro”, que son policías, militares, anarquistas, financiados por el gobierno federal, son la versión actual del “Batallón Olimpia”, de la desparecida y temida Dirección Federal de Seguridad (DFS) del Capitán Fernando Gutiérrez Barrios, aquellos usaban pañuelos blancos en la mano izquierda; lo de ahora usan pasamontañas negros, cambiaron sólo el color, pero la táctica es la misma que en 1968. La diferencia actual es la batalla por la narrativa, mientras el gobierno de manera burda afirma dos hechos: que hubo pocos jóvenes y que la marcha fue violenta en la CDMX, claro que fue violenta, yo he asistido desde 1988 hasta la fecha a marchas y nadie lleva martillos o utensilios para derribar el muro de acero que pusieron en el zócalo; ahora se entiendo toda la farsa gubernamental, ponen muros metálicos para que sus huestes las tumben y pretendan culpar a los ciudadanos de violentos y empezar a justificar la represión generalizada.
Lo que no se imaginó el gobierno federal que en lugar de provocar miedo en la sociedad se organizará otra marcha de manera muy rápida para el 20 de noviembre, porque la indignación es mayúscula frente a las pifias gubernamentales para resolver el magnicidio de Carlos Manzo, ya hasta la abuelita del exalcalde señaló a un posible autor intelectual. En esa misma línea, en todas las marchas los gritos unánimes fueron: “justicia para Carlos Manzo”, “fuera morena”, y “revocación”.
En otro orden de ideas, debo reconocer que la estrategia de la presidente es muy certera, porque se aprovecha de la presión del gobierno de Donald Trump, quien está cerrando las vías financieras del crimen organizado, eliminando bancos donde operaban, evidenciar el huachicol fiscal, liquidar al AIFA, y ubicar a morena como un narcopartido; de allí que para el 2030 la presidente tendrá su propio partido, y sabedora de que los votantes fieles a su mentor, las personas adultas difícilmente alcanzaran a votar porque el ciclo vital se les terminará para esa fecha. El recambio partidista está planeado, pero ahora dependerá de los ciudadanos, quienes podrían impulsar las candidaturas independientes como una salida a la actual crisis multidimensional que la que vive el país.
Regresando a la disputa de la narrativa gubernamental contra la narrativa ciudadana, el tema central es la legitimación, por eso empezamos a leer el lodo que se le está aventando a Carlos Manzo y a su viuda, el objetivo gubernamental es la deslegitimación de quien planteó e hizo otro tipo de política pública en materia de seguridad pública, romper el sistema de complicidades entre los grupos criminales y la clase política, que como bien apunta el periodista Ricardo Ravelo, “ya no hay clase política, sino una clase criminal”.
Finalmente, de estas marchas empezarán a surgir líderes como Carlos Manzo, su multiplicación será parte de la limpieza de la vida pública en este país, certeros de que pueden dejar la vida en el camino, como lo supo desde un principio Carlos Manzo, porque hoy está indignación nacional es parte de un resabio de la sociedad democrática que se moldeo desde los años 80, pero con una enorme diferencia es una sociedad decente emergente, éste tipo de sociedad es la que no se deja humillar por sus instituciones políticas.
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