En medio del terremoto electoral que dejó a Chile partido en dos —una candidata comunista al frente y un ultraderechista pisándole los talones—, el presidente Gabriel Boric salió este domingo a ponerse el traje de árbitro moral y llamar a la calma.
Felicitó a Jeannette Jara y José Antonio Kast por su pase a la segunda vuelta, pero su mensaje fue más que un saludo protocolario: fue un intento por frenar una campaña que amenaza con convertirse en un campo minado.
“Chile tiene una democracia robusta… que debemos cuidar”
Boric defendió la institucionalidad chilena con un discurso casi quirúrgico:
“Chile tiene una democracia sana, robusta, que debemos cuidar todos los días.”
Un mensaje que sonó a advertencia: la fractura social y política que dejó esta elección exige más que discursos triunfalistas.
El llamado: “Un debate con altura”… en una campaña donde ya vuelan los dardos
El presidente pidió abiertamente a Jara y a Kast un “debate con altura”, en una carrera donde los ataques cruzados ya superan cualquier manual de civilidad.
Y no se quedó ahí: llamó a los chilenos a votar “informados”, como si anticipara un diciembre donde la desinformación y el fuego cruzado serán protagonistas.
“Chile se construye de Gobierno a Gobierno”
En su mensaje más político, Boric pintó a Chile como una obra en perpetua construcción:
“Chile se construye siempre de Gobierno a Gobierno… de generación en generación.”
Sin decirlo directamente, dejó claro que quien llegue a La Moneda el 14 de diciembre recibirá un país cargado de desafíos: seguridad, salud pública, educación, economía y una ciudadanía al límite.
Bendiciones para ambos… pero con advertencia incluida
Cerró deseándoles éxito a ambos candidatos —un gesto diplomático inteligente— pero recordándoles que el destino del país “se forja día a día en democracia”.
Una elección histórica… y una bomba de tiempo
Así, Boric intenta poner un freno moral a una segunda vuelta que ya huele a pólvora:
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izquierda comunista contra ultraderecha republicana,
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un país polarizado,
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encuestas señalando un empate técnico,
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y un electorado cansado, tenso y a un paso del estallido.
El presidente habla de “altura”.
La calle, por ahora, habla de vértigo.
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