Una cloaca más se destapó en el ISSSTE Xalapa. Lo que parecía un simple acto de prepotencia resultó ser la punta del hilo que desenreda una red de usura, abuso de poder y corrupción operada desde el corazón mismo de la institución. Y los nombres están sobre la mesa: Ignacio Altamirano Cantell y Carla Hernández Ceballos.
Carla, quien se jactaba de ser la “barrera” de Altamirano para evitar a la prensa, terminó siendo mucho más que una empleada servicial. Testimonios de derechohabientes y trabajadores la ubican como la operadora de un negocio clandestino de préstamos exprés —los famosos “goteros”— dirigido justamente a quienes más dependen del ISSSTE.
El fraude no es rumor: vecinos cercanos a su domicilio la conocen como “la señora del ISSSTE que presta dinero”. El asunto dejó de ser un chisme de pasillo para convertirse en un escándalo institucional.
La historia dio un giro aún más turbio cuando salió a la luz que el propio Altamirano Cantell habría recibido una cantidad considerable de dinero de su subordinada. ¿Préstamo personal? ¿Capital para asociarse en el negocio? Nadie lo sabe, pero todo apunta a una dupla perfectamente aceitada.
La operación funciona gracias al uso ilegal de información confidencial del ISSSTE. Con acceso al simulador de créditos SIAEPP, detectan quién necesita dinero urgente y quién tiene capacidad de crédito. Luego ofrecen efectivo “el mismo día” con intereses entre el 10% y el 14%, muy por encima de lo permitido por la ley. No piden avales, no piden papeles: solo que seas derechohabiente. La usura institucionalizada.
Mientras tanto, la delegada Ollín Chávez Hernández parece vivir en un universo paralelo.
Ya se preguntan en los pasillos, en los medios y ahora en redes:
¿Está pintada? ¿Es de adorno? ¿O simplemente no sirve para nada?
El escándalo ya está en marcha y las víctimas empiezan a hablar. Falta saber si el ISSSTE limpiará su propia casa… o si la podredumbre llegará aún más arriba.
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