La sierra de Zongolica amaneció bajo un clima de rabia y dolor. Juan Carlos Mezhua Campos, exalcalde, líder comunitario e impulsor de un nuevo partido político en Veracruz, fue asesinado brutalmente en la entrada de una calera de su propiedad, un sitio que visitaba con frecuencia como parte de sus proyectos personales y comunitarios.
El ataque ocurrió en plena zona rural, cuando Mezhua llegó al lugar sin imaginar que sería su última parada. Paramédicos y autoridades locales se movilizaron, pero solo pudieron confirmar lo inevitable: el influyente político de la montaña había sido ejecutado.
Mezhua no era un personaje menor. Desde hace meses recorría el estado construyendo un nuevo proyecto político —un esfuerzo que lo mantenía expuesto, activo y con presencia constante en comunidades y reuniones estratégicas. Su muerte golpea de lleno a una región que lo veía como un eslabón clave en la reorganización política local.
La Fiscalía General del Estado ya abrió carpeta de investigación, pero hasta ahora no existe una sola pista pública sobre los responsables ni el motivo detrás del crimen. El silencio institucional solo ha encendido más la indignación.
Habitantes, líderes comunitarios y voces políticas no tardaron en alzar la voz. Exigen justicia, claridad y seguridad, hartos de una violencia que, otra vez, vuelve a poner a Veracruz en los titulares más oscuros.
Mientras tanto, la sierra llora y arde. Y la pregunta que nadie quiere hacer pero todos piensan es inevitable:
¿A quién incomodaba Juan Carlos Mezhua?
Las autoridades estatales y municipales prometen pronunciarse en las próximas horas, pero la región montañosa ya lanzó su veredicto: no quieren otro crimen impune.
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