El lunes arrancó con fuego en los mercados globales y el bitcoin fue el primero en incendiarse: la criptomoneda reina se desplomó más de 7%, firmando su peor tropiezo diario desde marzo y dejando un mensaje brutal para los inversionistas: la fiesta podría estar terminando… otra vez.
Durante la jornada, el precio cayó hasta menos de 84 mil dólares, borrando miles de millones en capitalización y profundizando una tendencia que ya venía cuesta abajo. Solo en noviembre, el bitcoin se desangró más de 18 mil dólares, su mayor derrota mensual desde 2021, luego de que hordas de inversionistas salieran corriendo del mercado.
El golpe fue tan fuerte que hasta los gigantes tambalearon. Strategy, la empresa pública que más bitcoin acumula en el planeta, recortó sus previsiones de ganancias para 2025, reconociendo que la mala racha de la criptomoneda le revienta el plan de negocios. Su castigo bursátil fue inmediato: sus acciones se hundieron más de 11%.
Pero el desplome no se explica solo con números rojos. Para analistas, el bitcoin sufre un problema más profundo: la pérdida de fe.
“El entusiasmo por el mundo cripto y tecnológico se está evaporando”, advirtió Juan Pérez, director de trading en Monex EU, quien también alertó sobre el peligroso nivel de concentración del mercado y dudas crecientes sobre la sostenibilidad del sector.
A ello se suman fallas estructurales: debilidad en la infraestructura, menor cooperación en el comercio global y un ambiente económico cada vez más tenso. Todo forma el cóctel perfecto para que el bitcoin, ese símbolo de libertad financiera para unos y de especulación extrema para otros, vuelva a mostrar su lado más volátil.
Una pregunta queda en el aire: ¿estamos viendo una simple corrección… o el inicio de un nuevo derrumbe histórico?
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