Nos guste o no: tenemos un presidente experto

Miguel Polanco*

Sé que aún hay mucha gente que se niega a creer en esto. Sin embargo, debo decirles que las pruebas cada día son más y más palpables.

Varias veces les he expuesto en esta misma columna, cómo funciona la neuropolítica en países con un grado devocional como el que tenemos en México.

En nuestro país, es más fácil conmover, que convencer.

La persona que tiene la capacidad de mover emociones que sobrepasen la capacidad de razonar, tiene un margen mayor pata ganar adeptos, con base en sensaciones que van desde la ternura, hasta el cariño; de la decepción, al hartazgo.

Y es que en México, para el grueso de una población con cinco millones de analfabetas, poco más de 90 millones fieles católicos y 76 millones de guadalupanos; la sensibilidad está por encima del trabajo.

Somos, en pocas palabras y casi por antonomasia, un pueblo “milagrero” que espera ver resuelta su vida “por obra de Dios” o la llegada de un “salvador” que los mantenga.

“Conmover” es un buen negocio político. Quien lo hace, adquiere un capital social que podrá no entender sobre índices económicos, esquemas fiscales o reformas estructurales… pero que cuando les hablas bonito, se vuelven tus incondicionales y desarrollan un insólito apego emocional que se traducirá en votos seguros.

Pero esto la “oposición” tampoco lo entiende todavía. Siguen viviendo en el pasado de la formalidad política, donde el lenguaje era exclusivo de las esferas de poder que manejaban el país a su antojo, haciendo incomprensible e inaccesible la política.

Pero hoy tenemos un presidente neuroexperto en estimular emocionalmente a la población, “conmoviéndola” y logrando que su incapacidad para gobernar, pase a un segundo plano para un sector lo suficientemente grande que lo defenderá a capa y espada, sirviendo, además, como polarizador estratégico.

Un presidente experto en promover la confrontación, haciendo gala de su manipulación emocional cada mañana, lanzando declaraciones que rayan en lo absurdo para que la “oposición” lo critique por simples palabras y así, mantener vigente la hostilidad entre los bandos que él mismo creó.

Y mientras, los opositores a este presidente siguen sin entender este concepto básico de la comunicación política del momento que vivimos; se rompen la cabeza, reaccionan, alegan… negándose a reconocer que todo eso son simples, llanas e indefensas patadas de ahogado, en un contexto donde no se ve su acomplamiento a la innovación de los mensajes que no solo en México, sino en América Latina, ha representado el resurgimiento del populismo.

En suma, tenemos un presidente que rompió todos los paradigmas de la comunicación política a los que estábamos acostumbrados y si no nos adaptamos para desarrollar estratégicas acordes a ello, seguiremos viéndolo como un presidente experto, ante una nuevo tipo de inexperiencia exhibido por la actual “oposición”.

Notita: nunca vas a convencer a un “chairo” de los yerros de López… porque lo que hace un chairo, es defender a un padre, no a un político. Ese es el nivel de vínculo emocional que genera la neuropolítica.

¿Y tú, no defenderías a tu padre?

*Consultor en Comunicación Política e Imagen Pública