Para evitar confusiones

Macario Shettino

En los próximos meses, la información económica será más confusa de lo normal. Estaremos comparando la actividad económica con los meses en que hubo confinamiento, y veremos tasas de crecimiento espectaculares que en realidad no significan nada. Ya China, que sufrió su cuarentena en el primer trimestre de 2020, publicó un crecimiento de 18%, por ejemplo. En nuestro caso, la primera cifra un poco rara será la de marzo, porque desde mediados de ese mes, en 2020, empezó la caída.

Este lunes, de hecho, se publicó el indicador oportuno para febrero y marzo, y ya se nota la dificultad. Después de contracciones de -4 o -5%, para marzo se espera que sea -2%, aunque el nivel al que eso equivale es exactamente el mismo que tuvimos en enero. Dicho de otra forma, aunque en enero y marzo la economía tiene el mismo nivel, el crecimiento reportado en enero fue de -4.2% y para marzo es de -2.1%.

Una forma de evitar la confusión es comparar contra 2018, mes a mes, y con ello saber si estamos en mejor situación con la administración actual o no. Ya imaginará usted que no, pero para que le ponga números, con las estimaciones oportunas publicadas el lunes, el crecimiento de los primeros tres meses de este año es de -3.6%, -4.9% y -5.2%. Claramente, es otra imagen diferente.

Para esta columna, lo más interesante es que si estas estimaciones de INEGI se cumplen, estaremos hablando de cinco meses de estancamiento total. El nivel del IGAE de noviembre a marzo es prácticamente el mismo: 107.5 unidades (el índice vale 100 puntos en 2013). En 2018, ese índice promedió 112.9, de forma que estamos más o menos 5% por debajo de ese año. Como ya hemos comentado, si nos mantenemos en el nivel actual durante todo el año, el crecimiento de 2021 contra 2020 será de 3.7%, y es a partir de ahí de donde realmente hay que empezar a considerar crecimiento real.

El FMI ha dicho que espera un crecimiento de 5%, y los especialistas mexicanos se ubican alrededor de 4.5%. Esto significa que creceríamos entre 0.8 y 1.3%, contra el nivel actual. Y sigo creyendo que ése será el ritmo de los siguientes años, por ahí de la mitad del que tuvimos en los primeros 18 años del siglo. Los colegas piensan que regresaremos al 2% anual de entonces, pero no veo cómo puede ocurrir eso con el ataque creciente del gobierno a la inversión privada. La diferencia se hace relevante cuando consideramos la segunda mitad del sexenio. Si realmente regresamos al 2% de los gobiernos pasados, la administración actual terminará con un ligero crecimiento de 1.5% para todo el sexenio: 0.25% promedio anual. Pero si el crecimiento de los próximos años, como cree esta columna, más bien se ubica en 1%, entonces terminaremos el sexenio con una contracción de -1.4%, -0.25% anual.

En resumen: llevamos cinco meses sin crecimiento económico alguno, y no se percibe cómo puede cambiar esta dinámica, salvo por el jalón que produzca Estados Unidos, sea por exportaciones o remesas; para saber el crecimiento real en este año, reste usted 3.7 al crecimiento reportado; para los siguientes años, considere más probable un ritmo de 1% anual; finalmente, acepte que este sexenio se ha perdido por completo, y ya nada más es cosa de saber si terminamos con -0.25% o +0.25% en el promedio anual. La décima parte del promedio de los 18 años previos, de los que tanto se quejaban.

Si usted prefiere que el crecimiento sea mayor, consiga un gobierno que no destruya riqueza. Ahora que tenga oportunidad, claro.

El Financiero