La ficción de Cortés y sus Cartas de relación

No hay fuente más decisiva en lo que seguimos llamando La Conquista de México que las llamadas Cartas de relación de Hernán Cortés.

En ausencia de otras fuentes contemporáneas de los hechos, ni españolas ni indígenas, las Cartas de relación han sido una especie de primera historia de aquellos hechos capitales.

Y una historia canónica, que es posible matizar y ampliar pero no deponer como la versión esencial, contemporánea de los hechos.

Pero las Cartas de relación no son una historia ni fueron escritas con ese propósito. Son un agregado de informes utilitarios, separados en el tiempo, independientes entre sí, escritos para congraciarse con la Corona y ofrecer al destinatario una versión política del momento en que las cartas eran escritas.

La primera es de 1519, y no la escribió Cortés, la segunda de 1520, luego del ahora rebautizado Árbol de la Noche Triste, la tercera de 1522, posterior a la caída de Tenochtitlan, la cuarta de 1524 y la última de 1526.

Las cartas no fueron pensadas ni publicadas juntas, como la secuencia de una misma obra escrita por el mismo autor para dar cuenta de un periodo histórico.

La primera edición de las Cartas de Cortés, junto con otros muchos informes relativos a la Conquista, es del año 1600. La primera edición que se parece realmente a las Cartas que conocemos es la de Pascual de Gayangos, de 1866, pero incluye también muchos otros informes ajenos a Cortés.

La obra unitaria llamada Cartas de relación de Hernán Cortés, “que casi todos los mexicanos vivos hemos conocido”, dice Luis Fernando Granados, es la que “preparó Manuel Alcalá para la venerable colección Sepan Cuantos… de la Editorial Porrúa” .

Granados ha reconstruido con rigor y erudición admirables el texto de la Relación de 1520 (Grano de Sal, 2021).

Es en muchos sentidos un texto nuevo y, sobre todo, bajo la mirada de Granados, significa otra cosa, cuenta otra historia.

Es, como tal, una “falsa obra”, siendo al mismo tiempo la obra fundadora, la primera piedra invencible de nuestra lectura recurrente de la llamada Conquista de México

Nadie que quiera repensar aquello puede faltar a la cita con este libro.

Milenio