Clases presenciales: la responsabilidad del Estado

Debe haber regreso a clases presenciales, incluso deberíamos haberlo hecho hace meses, cuando regresaron la mayoría de los países, por lo menos en la educación básica. Ese regreso, como se hizo en esos países, fue con sólidas medidas preventivas y asumiendo que el contagio entre niños y menores de edad, adoptando esas medidas, es mucho más controlable y difícilmente la enfermedad es letal. No tiene sentido que estemos discutiendo el regreso a clases presenciales mientras están abiertos bares, restaurantes, centros comerciales, cines, tianguis.

El problema es que más allá de la buena decisión política que ya está tomada, no parece haber planificación para el regreso. El miércoles, la SEP dio a conocer un documento denominado Protocolo Sanitario. Lamentablemente es de una vaguedad absoluta y está muy lejos de ser un protocolo, es más, pareciera que deja toda la responsabilidad para el regreso a clase en las familias y alumnos y las autoridades educativas ni siquiera aparecen en el documento más que en los logotipos.

¿Cuál es el protocolo sanitario para el regreso a clases? Son diez puntos: primero, que las familias se inscriban en los comités participativos de las escuelas. Lo cierto es que el llamado a que los padres y los maestros a través de esos comités participaran en la puesta punto de las escuelas esta semana fue un fracaso, comenzando porque el llamado no tuvo difusión y porque después de 17 meses cerradas en muchas escuelas no se necesita una simple limpieza. Por lo pronto, el recuento de daños muestra que hasta ahora, por lo menos once mil escuelas fueron saqueadas y vandalizadas mientras estuvieron cerradas. En ellas, y en muchas más, además de profundas tareas de limpieza hacen falta materiales de protección (mascarillas, alcohol) y equipo básico. Cómo, cuándo y dónde llegarán nadie lo sabe o por lo menos no se ha divulgado.

Los siguientes puntos sirven para todo: que se pase el filtro de salud en las casas (¿realmente creen que la mayoría de los hogares mexicanos pueden instalar filtros de salud?), lavarse las manos, usar cubrebocas, mantener sana distancia, utilizar preferentemente espacios abiertos, no habrá ceremonias, avisar en caso de sospecha de enfermedad, inscribirse en “cursos socioemocionales” y firmar una carta compromiso de respetar estas medidas. Perdón, pero esas son, todas, medidas que se están tomando, o que por lo menos se proponen desde el día uno de la pandemia y éste no es un protocolo de regreso a clases.

Un protocolo real implicaría que el Estado, como han hecho otros países desde hace meses, contemple recursos para garantizar que las escuelas al ser abiertas estén en condiciones de salubridad y pedagógicas mínimas; en ese sentido, es fundamental contar con todo el equipamiento de prevención, y no sólo para el inicio del ciclo, sino garantizado para todo el tiempo que sea necesario; adaptar las escuelas para contar con espacios diferentes, más amplios; establecer calendarios claros de los modos participativo, en línea y/o mixtos de tomar las clases; garantizar acceso a pruebas, porque el verdadero filtro sanitario se debe realizar en la propia escuela; establecer evaluaciones serias para saber cómo han llegado los niños y niñas a la escuela después de un periodo tan prolongado de clases en línea (son millones los alumnos que no tuvieron acceso a medios como para darle un seguimiento real a esas clases virtuales, sumados a otros muchos que simplemente abandonaron la escuela).

Que los padres se inscriban y toman los cursos socioemocionales que impartirá el IMSS, es una de las medidas que simplemente no se cumplirán. No veo a muchas familias que apenas pueden mantener sus ingresos, contar con tiempo y recursos como para tomar cursos socioemocionales en línea previo al regreso a clases. Tampoco tiene sentido el que cada alumno lleve una carta compromiso asegurando que cumplirán todas estas medidas. Hay que insistir una vez más: hay tareas que debe asumir el Estado y en este caso los gobiernos, pero en los protocolos que dio a conocer la SEP toda la responsabilidad recae en alumnos y sus familias.

Con un agregado que no es menor: las diferencias entre regiones, estados, municipios, entre escuelas, sean públicas o privadas, son enormes. Debería ser norma tener una amplia flexibilidad en los lineamientos y deben ser las autoridades, desde las locales hasta las federales, las que fueran normando el proceso y los procedimientos, desechando en el camino propuestas que no se han aplicado en ningún otro país para el regreso a clases, como es la de vacunar a todos los niños. En ningún país se ha comenzado a vacunar masivamente a los niños, ni siquiera las vacunas están autorizadas para ser aplicadas en menores de edad.

Decidir el regreso a clases el 30 de agosto es un acierto, pero las autoridades deben garantizar las condiciones para hacerlo. De alguna forma asombra que, a dos semanas de volver, se esté trabajando con tantas generalidades y sin un estrategia sólida y concreta.

Excélsior