El experimento Mejía Berdeja

Jorge Fernández Menéndez

La renuncia de Ricardo Mejía Berdeja a la Subsecretaría de Seguridad Pública federal y su registro como candidato del PT para competir por la gubernatura de Coahuila, desconociendo los resultados de las encuestas de Morena, refleja mucho más que la ambición de un funcionario que ha recorrido buena parte de los partidos políticos en su carrera, sino también los problemas que tendrán el presidente López Obrador y Morena para mantener la unidad en un proceso de sucesión adelantada que ha agudizado todo tipo de enfrentamientos.

El caso de Mejía Berdeja es paradigmático porque el ahora candidato del PT fue un funcionario privilegiado en esta administración. Fue un colaborador cercanísimo de Alfonso Durazo en Seguridad y Protección Ciudadana; cuando Durazo se fue a Sonora, fue considerado para la secretaría donde finalmente llegó Rosa Icela Rodríguez, pero Mejía Berdeja siguió como un poderoso subsecretario que incluso mantenía la relación de la secretaría con otras instituciones de seguridad, como el Centro Nacional de Inteligencia.

El presidente López Obrador le dio un lugar permanente, cada semana, en la mañanera para que presentara los avances en seguridad y en la lucha interna por Coahuila. Lo nombró, además, su representante personal, algo así como un superdelegado presidencial, especial. Toleró el presidente López Obrador que Mejía Berdeja, cuando se estaba impulsando la consulta ciudadana sobre la permanencia presidencial, dejara sus responsabilidades en seguridad durante unas semanas, para ir a hacer proselitismo en su estado, algo que fue muy criticado porque evidentemente era para trabajar su candidatura, cuando la situación de seguridad del país no debería permitir esas veleidades en los funcionarios encargados de ella.

Pero ni así le alcanzó a Mejía Berdeja para ganar la candidatura. Cuando se realizaron las encuestas que definirán éstas y todas las candidaturas de Morena, según el presidente López Obrador, el entonces subsecretario quedó en un lejano tercer lugar y el candidato de Morena fue el senador y empresario Armando Guadiana. No conozco la dinámica interna de las encuestas de Morena, pero lo cierto es que Mejía no puede quejarse de no tener todas las oportunidades para darse a conocer en un estado (ha trabajado en la Ciudad de México y Guerrero durante muchos años) y un partido (fue militante del PRI y de MC, y se afilió a Morena en los últimos años) donde en realidad no había hecho buena parte de su carrera política.

El hecho es que Ricardo denunció las encuestas, renunció a su cargo y a Morena y se va como candidato del controvertido Partido del Trabajo. Las consecuencias de su decisión son varias: la primera y principal, deja muy mal parado a un presidente López Obrador, quien le dio todo el apoyo, abriéndole espacio cotidiano en la mañanera, incluso cuando existían en la secretaría muchas fricciones entre la secretaria Rosa Icela (cercanísima al Presidente) y el subsecretario Mejía. Tanto apoyo que hasta lo hizo representante personal en el estado, algo que no ha hecho casi con nadie.

Me imagino que López Obrador se debe sentir, por lo menos, traicionado. Luego, desconoce el sistema de encuestas. Insisto, no conozco, pocos lo conocen, el mecanismo interno del manejo de encuestas, pero lo cierto es que así se elegirá a los candidatos para el 2024, tanto a la Presidencia como a las numerosas posiciones en disputa (la del año próximo será la elección más grande de la historia).

No gustan a todos las encuestas en Morena: en el terreno presidencial Ricardo Monreal desde el 2018 (cuando Claudia Sheinbaum le ganó la candidatura de la Ciudad de México por unas encuestas que Monreal no aceptó) es partidario de una elección abierta o de otros mecanismos que las hagan más confiables y abiertas. Marcelo Ebrard también ha tenido algunas experiencias complejas con las encuestas internas, recordemos las realizadas para la elección del candidato presidencial en 2012. Pero el presidente López Obrador ha insistido en que ése será el método de selección. Pero el caso Coahuila demuestra que incluso un funcionario tan cercano al mandatario, como Mejía, puede rebelarse contra las encuestas e irse por otro partido si las mismas no lo favorecen. La amalgama partidaria no parece estar lo suficientemente sólida como para evitar esas rupturas.

Habrá que ver ahora qué efecto tiene ello en la votación en Coahuila. Hay quienes aseguran que la candidatura de Mejía por el PT es para quitarle votos a Manolo Jiménez, el candidato de PRI-PAN-PRD que va adelante en las encuestas. Puede ser, pero todo indica que le quitará mucho más a Armando Guadiana, el senador cercano a Monreal, que será el candidato de Morena, porque tiene una larga carrera en el estado y varios apoyos políticos y empresariales importantes. Incluso, si por alguna razón Mejía hiciera una buena elección o llegara a ganar, el mensaje sería contradictorio: se puede competir o ganar, desconociendo a López Obrador y a Morena, y demostrando que las encuestas no son justas. Sería el peor de los escenarios posibles del oficialismo para afrontar la selección de candidatos para el 2024.

Muchos, dentro y fuera de Morena, estarán muy atentos para ver como resulta el experimento Mejía Berdeja en Coahuila.

Excélsior