50 años de hitos (y tragedias) de la Cineteca Nacional

El actual director de la institución quincuagenaria evoca el incendio de la primera sede en Churubusco que destruyó todo su acervo y destaca que este gran aparador del cine independiente asume otro momento histórico con la expansión a dos sedes más, en el que, dice, el dinero público será vital.

“Hay que ser realistas, este tipo de cine, el de la búsqueda artística, tiene que encontrar su público. Ahora, no nos afecta que salga en plataformas, para nada, porque cada quien ve la película donde la puede ver”.

Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional.

Este miércoles 17 de enero, la Cineteca Nacional celebra 50 años de vida convertida en un pilar de la exhibición del cine independiente nacional e internacional y, pese a ser una iniciativa financiada por el Estado, desde sus anales asumió autonomía en su selección, rompió las barreras de la censura y se confirmó como un faro del séptimo arte y más tarde en un nodo cultural de la Ciudad de México en toda forma.

A lo largo de esas cinco décadas, el cineasta Alejandro Pelayo ha estado ligado a esta institución. En los primeros años de la Cineteca, Pelayo fue profesor del Centro de Capacitación Cinematográfica, cuando ambas instituciones eran vecinas, en las instalaciones de los Estudios Churubusco.

Más tarde, entre 1979 y 1980, Alejandro Pelayo fue jefe de Programación de la Cineteca, y también su director en dos ciclos: de 1997 a 1999, cuando la Cineteca pasó de la Secretaría de Gobernación a depender del Conaculta, y de noviembre de 2013 hasta la fecha. A su administración le tocó concluir los detalles del proyecto de ampliación del recinto en Xoco.

“La Cineteca arrancó como parte de la política de Luis Echeverría (presidente de México de 1970 a 1976). Es sabido que alrededor de su personaje hay mucha controversia, pero, desde mi experiencia, en el campo del cine mexicano (este periodo) fue fundamental, simplemente por arrancar apoyando el cine de autor con financiamiento estatal. Jaime Humberto Hermosillo hizo La pasión según Berenice (1975), Jorge Fons filmó Los Albañiles (1976) y Felipe Cazals hizo Canoa (1976), que es muy crítica del Estado. Al mismo tiempo, en ese sexenio se fundó el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC). Ahora, con la fundación de la Cineteca no solamente se le dio importancia a la exhibición sino a la preservación del material fílmico”, reconoce Pelayo en entrevista desde la sede matriz, en Xoco, frente a la marquesina que dice: “Por ti somos más que un cine. Cineteca Nacional, 50 años”.

Los momentos clave de la Cineteca Nacional
Desde su fundación, son varios los hitos y las desgracias que robustecen el relato histórico de la Cineteca Nacional. Alejandro Pelayo evoca un puñado paradigmático, obviando la histórica inauguración de la Cineteca Nacional el 17 de enero de 1974.

Pero, sin duda, el momento que quizás marcó por demás la historia de esta institución fue el incendio de sus instalaciones en Churubusco, la tarde del 24 de marzo de 1982, un incidente envuelto en sospechas y versiones sobre un posible incendio provocado, aunque sin manera de comprobarse. Pelayo ofrece su versión como testigo presencial.

“Hubo un corto circuito y como a los cinco o diez minutos vino la explosión, porque llegó al nitrato de plata. Ahora, no sabemos si una película de nitrato estaba detrás de la pantalla, como dicen algunas versiones, puede ser, o si llegó directamente a la bodega donde estaban las cintas. Pero desapareció todo el acervo de la Cineteca en ese momento”.

Se le pregunta si descarta las versiones que apuntan a un incendio provocado esa tarde:

“No defiendo la terrible administración de doña Margarita López Portillo (hermana del entonces presidente José López Portillo y titular de la Dirección General de Cinematografía), porque se decía que destruyó documentos, pero no estaban ahí. Cualquier documento comprometedor estaba en las oficinas de la RTC, en la colonia Roma. Yo lo viví, fue un corto circuito”, asegura.

“La negligencia en general es que no se construyó una bodega especial para este tipo de material, que es altamente inflamable. Ningún técnico va a permitir que cohabite un material explosivo en una sala. Esa fue la negligencia y la pagamos caro. Esperemos que un accidente de tal magnitud no vuelva a pasar porque ya hay protocolos para conservar bien los materiales”.

Después de la tragedia, que dejó las instalaciones irrecuperables, en 1984 el Estado compró y adaptó un espacio propiedad de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), en Xoco, donde actualmente se ubica la sede matriz, aunque entonces solamente contaba con cuatro salas.

Presupuesto público, el gran reto del presente
Luego de la ambiciosa remodelación y ampliación del complejo de Xoco, emprendida en 2012 –en tres fases– con un costo superior a 500 millones de pesos, el hito más reciente para los registros históricos de la Cineteca Nacional, apunta Pelayo Rangel, son los proyectos de ampliación a dos nuevas sedes: la Cineteca de las Artes, inaugurada en agosto, y aquella en obra en la cuarta sección del Bosque de Chapultepec, cuya inauguración se postergó hacia el segundo semestre de este año.

Pese a que la gran mayoría de los dineros para la operación provienen de los autogenerados, indica que los recursos federales siempre serán vitales. En la Cineteca Chapultepec, señala, “vamos a necesitar un presupuesto de gastos de operación”. Este año, el Fideicomiso de la Cineteca es de 46.8 millones de pesos.

El Economista