La sombra de una guerra comercial entre Estados Unidos y México se cierne sobre Texas, uno de los estados más dependientes del intercambio con su vecino del sur. La amenaza de Donald Trump, presidente electo de EE.UU., de imponer aranceles de hasta el 25% a todos los productos mexicanos ha encendido las alarmas en sectores clave como la manufactura de plásticos y electrónicos.
Industria en riesgo
Según un reciente informe de la Reserva Federal de Dallas, directivos del sector manufacturero ya reportan caídas en pedidos y cambios drásticos en sus operaciones ante la incertidumbre. Para el sector electrónico, la segunda exportación más importante de Texas hacia México, las pérdidas podrían ser millonarias. Solo en 2023, Texas exportó más de $52,900 millones en productos electrónicos a México, un vínculo económico crucial que ahora está en juego.
Sin embargo, la manufactura de plásticos enfrenta una amenaza aún mayor. “Un arancel de este nivel sería la mayor crisis para nuestra industria en 70 años”, expresó un directivo citado en el informe. Este sector envía el 80% de sus productos a México, desde láminas plásticas hasta botellas y tubos, lo que lo hace especialmente vulnerable a las medidas de Trump.
La respuesta de México: Sheinbaum se planta firme
Frente a las amenazas, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, no se quedó en silencio. En una carta dirigida al presidente electo, dejó claro que un arancel será respondido con otro en la misma medida, advirtiendo que esta escalada podría “poner en riesgo empresas comunes” y afectar a ambas economías.
“Presidente Trump, no es con amenazas ni con aranceles como se va a resolver el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas”, escribió Sheinbaum, subrayando la necesidad de un enfoque más colaborativo.
Un conflicto con profundas raíces políticas
Aunque Trump ha sido vago sobre las medidas específicas que espera de México, su retórica antiinmigrante y su postura contra las políticas migratorias de la administración Biden han sido constantes. En contraste, la colaboración entre México y el gobierno de Biden logró reducir los cruces fronterizos a mínimos históricos desde 2020.
Ahora, la posibilidad de una guerra comercial no solo amenaza la economía de Texas, la segunda más grande de EE.UU., sino que también pone en jaque una relación comercial de décadas entre ambos países.
¿Qué sigue?
Mientras Trump se prepara para asumir la presidencia el 20 de enero, las empresas texanas y mexicanas esperan con preocupación las primeras decisiones de su gobierno. Lo que está en juego no es solo el comercio, sino la estabilidad de una de las relaciones económicas más importantes del continente.
La pregunta que todos se hacen: ¿es este el inicio de una guerra comercial que marcará la economía de 2025?
La pregunta es: ¿será suficiente para una ciudad que sigue creciendo?
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