¡YA ESTUVO SUAVE!… De que el OPLE quiera ocultar lo evidente

Quetzalli Carolina Vázquez
El OPLE Veracruz falló, y no solo falló en su función más básica que es contar los votos, sino que ahora pretende imponer silencio a quienes se atreven a cuestionarlo. Falló el sistema, falló la respuesta, y falló la institución. Y en vez de asumirlo con dignidad, sus consejeros han salido a regañar a media humanidad como si los responsables del desastre no fueran ellos y como si los demás tuviéramos la obligación de ocultar su pésimo trabajo.
Primero guardaron silencio ante un problema que exigía y exige explicaciones, transparencia y humildad. Después hablaron para decirnos que “ya estuvo suave”, ¿Suave para quién? ¿Para los funcionarios que no lograron garantizar un cómputo confiable o para la ciudadanía que espera certeza en la elección de juzgadores?

Que “dejemos de reclamar”, que no inventemos teorías. ¿Quiénes se creen para exigir obediencia en lugar de rendir cuentas? ¿Con qué cara se atreven a pedir paciencia y exigir silencio?

La presidenta del OPLE, Marisol Delgadillo, anunció decisiones importantes: reiniciar el cómputo de forma manual y desde cero, garantía de que los paquetes que contienen los votos están en resguardo, convocar a notarios, permitir auditorías externas, visualizar en tiempo real los cómputos pero, sin asumir la falta de previsión. Con todo y lo anunciado, el daño ya está hecho, la confianza está rota, la duda es razonable.

Ahora intentan repartir culpas, desacreditar a medios de comunicación, ciudadanos y candidatos que han señalado lo evidente: el OPLE falló; pero los consejeros parecen más interesados en lavarse las manos que en dar explicaciones. Se victimizan ante la crítica y actúan como si estuviéramos obligados a creerles solo porque lo dicen. Pero eso no es autoridad, eso es autoritarismo disfrazado de institucionalidad.

Lo más preocupante es el mensaje que están enviando: que exigir cuentas, que preguntar, que denunciar, molesta. Que ejercer ciudadanía activa es un problema para ellos. Pero el OPLE no es dueño de la elección, ni del proceso, ni de la verdad. Son servidores públicos, cobran por garantizar que cada voto cuente y que el proceso sea limpio y han fracasado en eso.

Los votos siguen resguardados, la cadena de custodia está garantizada, apenas se había contado el 2%, -dicen-. ¿Y eso es consuelo? ¿Eso es argumento? No, eso es evidencia de que no estaban preparados, que no fueron vigilantes y ahora quieren culpar a los demás por su desastre.

Que hay certeza -dicen- pero no se puede hablar de certeza cuando el sistema colapsó y no supieron responder, cuando ocultaron información y dejaron que crecieran las sospechas, cuando han sido omisos ante la intromisión descarada del Poder Judicial del Estado en una elección que debía ser autónoma.

Porque sí, es del dominio y conocimiento público, hay evidencia clara, contundente y preocupante de un hecho que el OPLE ha intentado ocultar: la intervención del Poder Judicial del Estado de Veracruz en el proceso de selección de juzgadores. No son rumores, inventos ni historias mal contadas, esa es una realidad que el OPLE ha temido enfrentar.
Lo que se ha manifestado, externado y planteado en el manejo de la elección judicial por parte del OPLE, no es una exageración. No es rumorología. Es una falla estructural en el sistema que debía contar los votos. Un error que, en cualquier democracia madura, obligaría a un proceso de rendición de cuentas real. Pero aquí, la reacción fue de blindaje institucional, de molestia ante el escrutinio, como si la crítica ciudadana fuera el verdadero problema.

El OPLE, con sus declaraciones, ha intentado reubicar el foco: de su responsabilidad técnica y legal al comportamiento de la ciudadanía. Pero no, el desprestigio no vino de afuera se lo ganaron con opacidad y con soberbia.

Y ahora piden confianza pero la confianza se construye con hechos, no con discursos encendidos ni con la risa burlona y sacástica hacia quienes confiaron en las cifras que el propio OPLE difundió al inicio del cómputo.

Los ciudadanos no tenemos que callar. El OPLE no merece confianza hasta que demuestre que puede hacer su trabajo. Lo que hicieron esta semana fue un desastre institucional. Y lo que dijeron en la sesión del miércoles por la noche, fue una falta de respeto a los ciudadanos, a los medios de comunicación y a los candidatos.

El OPLE necesita menos discursos de indignación y más actos de rendición de cuentas, menos llamados a la paciencia y más compromiso con la verdad. Porque la confianza no se exige, se gana.

Si los integrantes del Consejo General no toleran la crítica, no deberían estar en el cargo. Si no pueden garantizar elecciones limpias, deberían irse. Porque en democracia, quien no rinde cuentas, estorba.

¡Ya estuvo suave! señores integrantes del Consejo General del OPLE, entiendan, aunque les disguste leerlo y escucharlo: El resultado de la elección sea cual sea, estará por siempre, manchado por la duda y eso es, ha sido y será responsabilidad de ustedes y sólo de ustedes.

*Por Si Estaban Con El Pendiente

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