Los mundos de Ghibli viven… ahora en tus videojuegos favoritos

Entra a un bosque encantado, pedalea por un valle que recuerda tu infancia, escala montañas donde alguna vez hubo océanos… No estás viendo una película de Studio Ghibli. Estás jugando.

A 40 años de la fundación del legendario estudio japonés que nos dio Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke y El viaje de Chihiro, una nueva generación de videojuegos está canalizando su herencia más allá del arte visual. Hoy, la influencia de Hayao Miyazaki vive también en consolas, teclados y controles.

Más allá del “Ghibli look”

Aunque es fácil identificar cielos pastel, criaturas misteriosas y escenarios bucólicos al estilo Ghibli en títulos como Planet of Lana, Ni No Kuni o Tears of the Kingdom, lo verdaderamente Ghibli no es solo lo que se ve, sino lo que se siente.

Los mejores videojuegos inspirados por Miyazaki no tratan de copiar, sino de capturar la esencia: la tristeza dulce del cambio, la urgencia ecológica, y el asombro ante la vida cotidiana.

Explorando con propósito

En Season: A Letter to the Future, una adolescente recorre en bicicleta un mundo en declive, documentando paisajes y recuerdos para el futuro. En Jusant, un escalador atraviesa un macizo que guarda la historia de un ecosistema perdido. Ambos juegos dejan que el jugador avance a su ritmo, sin presiones, como si cada paso tuviera un peso emocional.

“La atención a los detalles cotidianos es una recompensa en sí misma”, dice Kevin Griffith Sullivan, director de Season. Una filosofía muy Ghibli.

Del cine al código: una conexión emocional

Miyazaki ha criticado duramente a la industria del entretenimiento digital. Sin embargo, su estilo narrativo —alejado de fórmulas y explosiones— ha sido abrazado por creadores que buscan algo más: juegos que no premien la conquista, sino la contemplación.

En Neva, Sable o In Other Waters, las protagonistas no empuñan armas para ganar, sino que enfrentan dilemas emocionales y ecológicos con resiliencia y curiosidad. Algunas son científicas, otras exploradoras. Todas observan. Como Chihiro, Nausicaä o Kiki.

¿Jugar para sentir?

Estos títulos no solo entretienen: emocionan, inquietan, inspiran. Y lo hacen al ritmo de una narrativa pausada, donde no todo tiene que ser entendido al momento.

Como dijo el creador de Caravan SandWitch, Émi Lefèvre, el objetivo es romper con “la postura depredadora” de los grandes juegos de acción y regresar a un juego que se siente íntimo, personal, real.

Del storyboard a la consola

A veces, parecería que estos juegos no fueron diseñados por algoritmos ni por estudios de mercado, sino por alguien que quiso compartir un trozo de su alma. Justo como lo hace Ghibli.

En palabras del crítico Michael Leader: “Lo que hace especial a Ghibli es que parece que estás conversando directamente con una persona real, no con una marca”.

Y quizá eso es lo que estos videojuegos logran también: convertirse en pequeños universos donde el jugador no escapa, sino se encuentra.

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