Rinden homenaje en Bellas Artes al filósofo y poeta González Rojo

El poeta, filósofo, activista y catedrático Enrique González Rojo Arthur (Ciudad de México, 1928), durante toda su vida “ha vivido en bibliotecas que tienen una casa, y no en casas que tienen una biblioteca”, evocó su hija Graciela González Phillips, en el homenaje nacional que se le rindió este domingo a su padre, por su comprometida y fructífera trayectoria y obra, en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes.

En ausencia del homenajeado “por motivos de salud”, González Phillips comentó que su padre siempre ha vivido entre libros, ya que González Rojo, es hijo del también escritor Enrique González Rojo (1899-1939) y nieto de Enrique González Martínez (1871-1952).

Se refirió, entre otras cosas, a uno de los más importantes proyectos y obras de su padre, el libro Para deletrear el infinito, de la cual algunos amigos, colegas poetas e investigadores como Efraín Huerta y Miguel León Portilla han dicho que se trata de una “obra compleja de poesía filosófica para ser estudiada”.

Reconoció también los muchos años dedicados a la poesía, la filosofía, el magisterio y la militancia política; así como el que González Rojo “se haya mantenido independiente de los grupos de poder y contra las mafias literarias; aunque el precio que paga por ello es alto: marginación y cierta soledad”.

Mi padre –reiteró su hija–, “tiene un fama clandestina. Es conocido, pero no reconocido. Toda una vida dedicada a la poesía y no aparece en antologías y suplementos, no es invitado a encuentros de poetas o filósofos. Octavio Paz y el fascismo sin paz, lo han visto siempre como enemigo; algunos de sus libros se encuentran embodegados, perdidos o secuestrados; ha enfrentado grandes dificultades para publicar y difundir su obra, pero no por ello deja de escribir con gusto y alegría, y se mantiene independiente”, dijo.

“En la actualidad continua interesado en los problemas sociales y políticos, y se vincula con los movimientos más importantes que surgen. Se ha dedicado fundamentalmente a la investigación teórica, entre la que se cuenta el Manifiesto autogestionario. Hacia un encuentro con la esperanza, reeditado por la Brigada Para Leer en Libertad.

González Rojo “es un hombre trabajador, un lector incansable, no conoce la palabra aburrimiento, siempre tiene proyectos; además todo lo hace con gran ánimo. Quizá el precio de todo ello ha sido la migraña, padecimiento que lo ha acompañado toda la vida”.

En el homenaje también estuvieron presentes Claudio Albertani, Manolo Mugica y Genaro González, quienes se refirieron a los muchos años de González Rojo dedicados a la poesía, la filosofía y el activismo teórico político.

Albertani destacó la relevancia contemporánea que tiene el Manifiesto autogestionario. Hacia un encuentro con la esperanza, como un texto muy importante en el que el autor tiene razón: “la autogestión es la clave para cambiar el mundo”.

Mientras que los políticos hablan de “gobernanza, participación ciudadana, transparencia, rendición de cuentas, acción afirmativa y otros engaños; el documento del filósofo considera que la profunda crisis que vivimos no es únicamente económica, sino también social, cultural y civilizatoria”.

En ese contexto, explicó el politólogo e historiador Claudio Albertani, “la autogestión es la piedra angular para salir de este capitalismo que nos está arrastrando al abismo; pues la comprensión de la sociedad ya no es únicamente entre capital y trabajo, sino también entre gobernante y gobernados, dicho también de otra manera, entre dirigentes y ejecutantes”.

El concepto de autogestión “comprende a la agrupación autogestiva de combate, que surge de la libre federación de comunidades en lucha, a las que el autor llama células sin partido, colectivos que se han autorganizado y autogobernado, quienes someten a incesante vigilancia la división del trabajo”.

El Manifiesto autogestionario… responde a la pregunta de los conservadores de todos los tiempos: “Queréis destruir nuestra organización social, ¿qué pondréis en su lugar?”.

Manolo Mugica se refirió a la fructífera labor poética del homenajeado, a sus neologismos, aportes técnicos poéticos, a sus poemas breves y extensos, así como a la corriente literaria a la que perteneció denominada Poetisismo.

El homenaje al poeta, filósofo, activista y catedrático concluyó con la lectura de algunos de sus poemas a cargo de Angélica Lara y Georgina Rábago, y música de Guillermo González Phillips.

La Jornada