Hago siempre lo que quiero

Macario Schettino

 

Carlos Elizondo publicó hace algunos años un libro titulado Con dinero y sin dinero, y ahora ha puesto en circulación Y mi palabra es la ley. Para no dejar mocha la frase de José Alfredo, titulo este artículo con el segmento intermedio faltante.

Y mi palabra es la ley. AMLO en Palacio Nacional, publicado por Debate, salió a la luz en enero de este año, y en él Carlos Elizondo hace un análisis de los primeros 25 meses de gobierno de López Obrador, o un poco más, si consideramos que las primeras medidas de esta administración se tomaron prácticamente desde octubre de 2018, tanto en el Congreso como desde un Ejecutivo nebuloso que fue capaz de cancelar la construcción del aeropuerto de la Ciudad de México un mes antes de tomar posesión.

Me parece un libro extraordinario. No sólo hay que leerlo, hay que guardarlo, porque documenta con gran detalle lo que se ha hecho en estos dos años y fracción. Esa documentación es necesaria.

Elizondo divide su libro en ocho capítulos, dedicados a analizar a AMLO, al proceso de concentración de poder, al cumplimiento de sus promesas, a la separación del poder económico del político, a las medidas de política económica, a la política energética, a la forma como se enfrentó la pandemia y, finalmente, a darle voz a quienes promovieron a López Obrador desde medios y academia. También esa documentación es valiosa.

El libro está escrito con un tono mesurado y objetivo, y eso también debe agradecerse en el contexto de polarización actual. No encontré crítica alguna que no estuviese sustentada, ni lenguaje espectacular. Es el trabajo de un estudioso que, insisto, documentó con mucho cuidado las frases del Presidente, las declaraciones de funcionarios, la información pública, los datos económicos. Incluso reconoce que él no había esperado este tipo de gobierno, sino algo mucho más profesional y exitoso. Acepta que sus conocidos le reclaman ahora esa postura previa a la elección.

Es particularmente importante el capítulo intitulado ‘Otro presidente apostador’, en el que analiza el tema energético. Lo es porque Elizondo participó como consejero independiente en Pemex, asunto que ahí explica, pero también porque es un tema que está poniendo en grave riesgo las finanzas públicas y, más importante aún, la capacidad productiva del país. Con respecto a la Ley de la Industria Eléctrica, que acaba de aprobarse, Elizondo semblantea lo que podríamos esperar de ella, aunque en el momento de escribir el libro aún no existía.

Sin embargo, prácticamente todas las áreas funcionales del gobierno son analizadas en alguno de los capítulos intermedios, llegando a conclusiones similares: esto no funciona. Ya le decía que el último capítulo está destinado a ‘La visión de los vencedores’, pero el primero, ‘El rey’, se concentra en la figura de López Obrador.

Es un gran perfil del Presidente: de su trayectoria, su desprecio por la ley y por la calidad de las decisiones, su necesidad de controlar la agenda. Hace Elizondo una buena revisión de si se debe o no calificar de populista a López Obrador, y concluye que, en el mejor de los casos, es un “populista de izquierda muy peculiar”. Esta opinión ya la ha decantado con claridad hace un par de semanas en su colaboración semanal en Reforma: ‘López Obrador es un conservador’.

Me parece que el único punto que Elizondo no destaca lo suficiente es el desprecio de López Obrador por la verdad, o para ser más claro: su mitomanía. Pero es cosa de sumarle al libro esa parte, que no es difícil. Cómprelo, léalo y guárdelo. Lo vamos a necesitar para evitar que alguien haga siempre lo que quiera, a costa del patrimonio nacional y de la vida de cientos de miles de mexicanos.

El Financiero