Fiel

Macario Schettino

Fiel a su estilo, el Presidente logró colocar 88 afirmaciones inexactas en la hora que duró su “tercer informe”, según reporta SPIN, que también ha estimado que, en promedio, en cada mañanera hay 89 inexactitudes, o mentiras. Si acaso, lo llamativo es la velocidad alcanzada en esta ocasión.

También mantiene su enfrentamiento con los que considera enemigos. Dirá misa –bueno, la dice todos los días–, pero no los trata como adversarios, sino como enemigos, y eso fue evidente en la retahíla de “récords históricos” que lanzó en el informe, y que cerró con un “tengan para que aprendan”. Afortunadamente, Enrique Quintana explicó muy bien ayer por qué esos siete récords no lo son. Tres de ellos son “inexactitudes”, o mentiras: inversión extranjera directa, que ha caído; el índice de la BMV, que casi no ha crecido durante este gobierno; y la deuda pública, que ha crecido 16%. Ahí no hay récords.

En los cuatro que sí lo son, remesas, reservas internacionales, tipo de cambio y salario mínimo, sólo este último es responsabilidad del gobierno, y efectivamente ha crecido de forma importante. Cabe recordar que esto ha sido posible gracias al esfuerzo del gobierno anterior, el de Peña Nieto, que liberó al salario mínimo de todas las restricciones legales que tenía, e incluso impulsó el primer aumento relevante, a fines de 2017. Celebrar las remesas es algo absurdo, porque son más una muestra del fracaso nacional, mientras que tanto reservas como estabilidad del tipo de cambio son en realidad triunfos del Banco de México, y no del gobierno.

Quintana también incluyó un tema económico que al Presidente no le pareció digno de aparecer en los récords, el crecimiento económico, que ha sido el más bajo desde el gobierno de Miguel de la Madrid, hace ya 40 años. Se entiende, los políticos magnifican lo que creen que han hecho bien, y minimizan sus errores. Lo inaceptable es la mentira que López utiliza con tanto desparpajo.

Para esta columna, los grandes logros de la actual administración en materia económica son: el salario mínimo (ya mencionado), la recaudación tributaria, y la corrección al outsourcing. En los tres casos, los resultados son buenos. No son perfectos, obviamente. Los primeros dos tienen su origen en el gobierno de Peña Nieto, pero el actual ha tenido el acierto de continuarlos. Tal vez el salario mínimo ha sido incrementado en exceso desde 2020, y eso esté generando dificultades en el empleo formal y presión a la inflación. No es fácil saberlo, por el impacto de la pandemia, pero creo que merece consideración este punto.

En la recaudación, se dice que se ha evitado la evasión, y eso sin duda merece aplauso. Hay la duda, desde el año pasado, de cuánto en realidad es esta lucha contra la evasión, y cuánto es extorsión del SAT a grandes empresas. Tal vez por ello el ISR, que creció mucho el año pasado, en éste ya no lo hace. Por el lado del IVA, el avance continúa, y es probable que tenga que ver con el fin de las “factureras”, aunque sigo con la duda de si no es un tema de evitar devoluciones.

Finalmente, las modificaciones en la ley de outsourcing parecen haber sido exitosas en cuanto a los derechos de los trabajadores, y eso también hay que celebrarlo. Es posible que el plazo para el ajuste haya sido pequeño, en especial para empresas medianas. Ya veremos.

En suma, el Presidente sí tenía tres temas que celebrar, en lo económico, sin necesidad de mentir, exagerar o apropiarse de logros de otros. Los mencionó en el informe, pero creo que no le permitían atacar a sus enemigos, y por eso quiso exaltar una estabilidad macroeconómica que, en realidad, es apenas superficial. Ya lo platicaremos la próxima semana.

El Financiero