“Avándaro resultó una catarsis para el México de los años 70”: Luis de Llano

Con una importante trayectoria como productor en la televisión y la música, Luis de Llano Macedo asegura que está gozando más el Festival de Avándaro ahora que cuando fue uno de sus principales organizadores. Sobre todo luego de escribir, con una pequeña ayuda de sus amigos, el libro Avándaro, 50 años. Cuando el rock mexicano perdió su inocencia (Ediciones del Lirio, 2021). Han pasado muchas décadas, dice en entrevista, “y cada año, durante los últimos 49, he dado una conferencia o una entrevista sobre Avándaro. De repente me dicen: son 50 años y ¡se me cayó el mundo! ¡Cómo, pero si fue ayer! Para mí Avándaro marcó el futuro de mi carrera, porque nunca me imaginé que iba a pasar lo que pasó. Nunca imaginé que en lugar de 10 mil personas, iban a llegar tantas; nunca voy a saber cifra exacta, si fueron 200 o 250 mil”.

Han pasado muchas décadas, dice en entrevista, “y cada año, durante los últimos 49, he dado una conferencia o una entrevista sobre Avándaro. De repente me dicen: son 50 años y ¡se me cayó el mundo! ¡Cómo, pero si fue ayer! Para mí Avándaro marcó el futuro de mi carrera, porque nunca me imaginé que iba a pasar lo que pasó. Nunca imaginé que en lugar de 10 mil personas, iban a llegar tantas; nunca voy a saber cifra exacta, si fueron 200 o 250 mil”.

De Llano Macedo se muestra satisfecho por la cantidad de anécdotas, historias, narrativas, entrevistas y fotografías que pudo recopilar para su libro. “No es la versión oficial, sino la mía, la que hice con mis amigos, los organizadores y los artistas. Es un libro muy ligero que habla de Avándaro y también del problema político que surgió de ahí con la prohibición del rock y los grupos que estuvieron diez años en la oscuridad. Fue una tristeza que haya pasado eso”.

Sin embargo, agrega, “yo estoy muy orgulloso de haber estado ahí, de haber sido partícipe de ese momento tan importante, porque para mí fue algo sensacional. Me marcó mucho y me hizo entender muchas cosas. Después de haber vivido una década tan difícil, como fueron los años 60, empezar los 70 con el Jueves de Corpus, que también sucedió ese año, nos mantuvo mucho tiempo en la oscuridad”. ¿Disfrutaste el festival? ¡No, estaba más preocupado de que no se cayeran las torres de sonido y luces! Agarré el micrófono, tratando de mantener el ritmo, porque en un festival, si no hay una voz que te esté orientando o diciendo las cosas, la gente tiende a no comportarse. Aquí, afortunadamente, la gente respondió de una forma increíble, porque fueron 200 o 250 mil bien portados: no hubo agresiones. Y lo más interesante es que esa gente haya podido convivir dos días en la lluvia y en el lodo, aprendiendo que compartiendo subsistían. El sonido estaba bien en el escenario y como a 60 o 70 metros, pero nunca imaginamos que llegarían 250 mil personas. Imaginamos cuando mucho 20 mil, por eso la música sonaba bien hasta donde estaban los 20 mil, pero más allá ya no oían nada. Aparte, no teníamos la tecnología que existe ahora de luces y sonido.

Avándaro no ocupa el lugar que merece en la historia, como apuntas en tu libro.

Avándaro no se encuentra en los estantes de las librerías. En los libros de texto oficiales no forma parte de la historia; sin embargo, su incidencia en el desarrollo político, social y cultural resultó una catarsis para el México de los años 70. Nada fue igual después de Avándaro para quienes fuimos testigos y actores, en un tiempo en que ser joven, y además rockero, significaba un peligro en potencia para el Estado, la sociedad y la liga de las buenas costumbres

Por eso me siento orgulloso de haber sido uno de los testigos presenciales, organizadores y culpables históricos, así lo escribo en el libro, de esa evolución, revolución y re-evolución que derribó las torres gemelas de nuestro rock aquel 11 de septiembre —curiosa fecha — de 1971. El comportamiento de la prensa fue terrible. Las buenas noticias no venden. Entre que venían cubriéndonos las secciones de nota roja y de primera plana, y entre que así fue la línea del gobierno, todo lo que salió sobre Avándaro nos hundió a todos.

El comportamiento de la prensa fue terrible. Las buenas noticias no venden. Entre que venían cubriéndonos las secciones de nota roja y de primera plana, y entre que así fue la línea del gobierno, todo lo que salió sobre Avándaro nos hundió a todos. ¿Por qué tú y tus cómplices decidieron hacer Avándaro? Lo hicimos entonces porque éramos muy aventureros. Yo venía de haber estudiado muchos años en Estados Unidos, donde había ido a varios conciertos, y eso lo veía como una cosa normal. Pero yo creo que el gobierno se asustó de ver ese cambio tan grande. Hay revoluciones que se llevan a cabo empuñando un fusil a sangre y fuego, otras más empuñando la pluma, las palabras y las ideas. La revolución de una generación que rompió el silencio, como la de Avándaro, fue empuñando una guitarra eléctrica y haciendo del rock una bandera.

Luis de Llano refiere que fue rockanrolero desde finales de los 50 con su hermana Julissa. “Eso fue hasta que me castigaron y me mandaron a un colegio militar en Texas, por rockanrolero. Allá seguí haciendo mis grupos y tocábamos los fines de semana. Venía de vacaciones a ver cómo evolucionaba aquí todo el asunto. Soy rockero frustrado, lo acepto. Estuve en esa escuela guardado cuatro años, pero no sabes qué buena disciplina me dio: aprendí a ser ordenado, organizado y honesto. Me ayudó muchísimo. Cuando regresé a México llegué con la bandera de: voy a cambiar la televisión y voy a hacer un festival de rock. ¡Y lo hice… más o menos!”

Mileni