Hilos del narco en la CDMX

Héctor De Mauleón

El lunes fue detenido en la colonia Nápoles de la ciudad de México un sujeto identificado como José Pineda Pineda.

José Pineda Pineda es uno de los nombres que usa Rodolfo Maldonado Bustos, a quien apodan “Don José”: uno de los líderes criminales más sanguinarios de la Tierra Caliente, y quien —aliado a la Familia Michoacana— ha emprendido una guerra prácticamente de exterminio en contra de sus rivales del Cártel Jalisco Nueva Generación.

El costo de ese enfrentamiento ha sido documentado desde hace varios años: pueblos vacíos, gente desaparecida, cadáveres desmembrados y metidos en bolsas, cuerpos abandonados en caminos y brechas, dantescos videos en los que las personas son desmembradas entre gritos de espanto y dolor. Solo en Michoacán, esa guerra dejó 500 muertos en solo tres meses de 2020.

Avionetas de Cártel Jalisco Nueva Generación lanzaron hace poco sobre pueblos de la Tierra Caliente cientos de folletos en que aparecía la foto de “Don José”, y en los que ofrecía una recompensa de 5 millones a quien lo entregara vivo o muerto.

El hombre que detuvieron agentes de inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública fue identificado como José Pineda Pineda, pero sus rasgos no coincidían con los de la foto que el CJNG había lanzado desde el aire.

Cuando se filtró la noticia de su detención, no trató en propalarse la versión de que el detenido era en realidad Francisco Maldonado Bustos, alias Chico Maldonado, hermano de “Don José”.
Pero la filtración no tardó en precipitarse al vacío.

El José Pineda Pineda, detenido en Insurgentes y Montana con 153 bolsas de cocaína y un arma subametralladora AR9, es solo un homónimo del azote de la Tierra Caliente, en la zona limítrofe de Guerrero, Michoacán y el Estado de México.

Según personal de inteligencia Secretaría de Seguridad Ciudadana, la investigación que siguió a la captura de aquel individuo llevó a una realidad tan inquietante como la que se había presumido originalmente: que la Familia Michoacana estaba operando de manera abierta en la capital del país.

Porque los datos obtenidos por los agentes de la SSC indican que el nuevo José Pineda Pineda está vinculado en realidad con el enemigo mortal de “Don José”: nada menos que Alejandro Carranza Ramírez, a quien se apoda Chito Cano: el jefe regional del Cártel Jalisco en Michoacán, Guerrero y el Estado de México.
En mayo del año pasado ocurrió un enfrentamiento en Carácuaro, Michoacán. El reporte indicaba que en esa zona se había dado un tiroteo que había durado varias horas. La Familia Michoacana había perseguido a sicarios del Cártel Jalisco. Los sicarios se refugiaron en una casa y desde ahí enfrentaron a sus adversarios.

Cuando la policía llegó había cientos de casquillos regados, pero ningún cuerpo. Solo había una mano izquierda que había quedado tirada en el sitio del tiroteo.

Al día siguiente fueron hallados los cuerpos de 12 sicarios del CJNG. Aparecieron en una brecha, apilados en la batea de una camioneta.
Era la misma camioneta en la que habían sido sorprendidos por la Familia. A una de las víctimas le habían amputado las manos. Dejaron una de ellas al lado del cuerpo. La otra era que la policía encontró en Carácuaro.

Había una cartulina que decía: “Discúlpame Chito Cano. Se me olvidó tu regalo de día de las Madres pero hay (sic) te lo mando. Atte. La Familia Michoacana”.

La camioneta en donde aparecieron los cuerpos había sido robada en la Ciudad de México ocho meses antes de los sucesos.

Las autoridades sabían que células operativas tanto de la Familia Michoacana como del Cártel Jalisco se dedicaban al robo de camionetas en la capital del país para enviarlas como insumos a los “soldados” que se actúan en las zonas de guerra.

Según las fuentes de inteligencia de la SSC, en la red de vínculos del detenido en la colonia Nápoles figuran personajes del círculo de Chito Cano. Las autoridades involucran a Pineda no solo en actividades de narcomenudeo en Iztapalapa y el Estado de México: creen haber hallado el principio de uno de los hilos que surten de vehículos para los secuestros, los enfrentamientos y las ejecuciones al jefe regional del CJNG.

De un modo o de otro, brinca la presencia de estos grupos: de gente operando para ellos, permanentemente, en la capital.

El Universal