Ni México ni Estados Unidos están para payasadas

Leo Zuckermann

El jueves pasado, una vez que Rusia había invadido militarmente a Ucrania, Jorge G. Castañeda escribió en Nexos: “Washington espera que México lo acompañe con las sanciones: económicas, financieras, comerciales y de todo tipo, incluyendo hasta deportivas, que van a irse implementando poco a poco en estos días por parte de Estados Unidos, la Unión Europea y el resto de los países de la OCDE o de la OTAN. México sabe lo que Estados Unidos quiere que haga: a ver si se alinean o siguen con sus payasadas”.

Tiene razón. México sabe lo que quiere Estados Unidos que haga. En un momento así, con todo y la debilidad y división que existe en el vecino del norte, hay que estar con ellos sin hesitar. No hay margen para payasadas.

El excanciller lo sabe bien. En otro momento de debilidad, cuando los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Fox se tardó en solidarizarse y alinearse públicamente con EU. Fue el propio Castañeda el que salió a hablar a los medios estadunidenses (gustó allá pero no acá) y en los mexicanos (gustó acá pero no allá).

En cambio, el presidente Fox se tardó una semana en hacer una declaración pública. De acuerdo al entonces embajador de EU en México, Jeffrey Davidow, la negativa de Castañeda de apoyar con soldados mexicanos a Estados Unidos y el silencio público de Fox molestaron a su país en un momento tan crítico. La realidad, como lo demostraron los académicos Jorge Schiavon y Rafael Velázquez, es que, a pesar de la mala reacción inicial del gobierno de Fox, México le otorgó todo el apoyo que solicitó EU para combatir el terrorismo.

En 2003 hubo otro encontronazo. Al presidente Bush se le ocurrió que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobara una intervención militar en Irak. México, como ahora, era miembro de ese consejo. La Casa Blanca presionó todo lo que pudo para contar con el voto a favor de México. Al final, como Washington vio que no tenía los votos, retiró su propuesta y procedió a invadir Irak sin permiso de la ONU. Ya no hubo votación pero, el entonces embajador en la ONU, Adolfo Aguilar Zínser, reveló que México igual no hubiera apoyado a Washington. Todo esto molestó muchísimo a Bush quien, desde entonces, vio con recelo a nuestro país.

Estados Unidos está viviendo momentos críticos con la invasión de Rusia a Ucrania. Es evidente su debilidad al renunciar a intervenir militarmente. El presidente ruso, Vladimir Putin, lo entendió muy bien y, por eso, además de aprovechar las profundas divisiones de la clase política y sociedad estadunidenses, se lanzó a invadir a su vecino. Ni se diga lo que le molesta a Estados Unidos la emergencia de China como potencia mundial que, aprovechando esta situación, podría seguir acumulando más poder.

Hasta ahora, todos los países occidentales, democracias-liberales con economía de mercado, se han aliado para condenar y sancionar a Rusia. Obvio, el liderazgo de este grupo lo tiene Estados Unidos. ¿Qué ha hecho el gobierno mexicano en esta coyuntura?

La primera reacción fue tibia. Primero criticó la guerra con los típicos llamados al diálogo. Luego, sin embargo, el canciller Marcelo Ebrard sí rechazó el uso de la fuerza y condenó “enérgicamente” la invasión rusa. Instruyeron al embajador en la ONU, Juan Ramón de la Fuente, a pedir un cese al fuego y respetar la integridad territorial de Ucrania. Me parece que se corrigió rápido a una primera respuesta de cartabón.

Pero lo que sigue es lo más difícil. Más allá de los votos en el Consejo de Seguridad de la ONU, México debe velar por sus intereses en esta coyuntura internacional. No nos hagamos bolas. Por nuestra geografía, economía y situación militar, México está aliado, en los hechos, con EU y debemos trabajar con ellos en esta coyuntura. Es ahora, cuando el vecino y socio se percibe débil y dividido, que tenemos que demostrarle nuestra solidaridad y ofrecer ayuda.

No porque seamos amigos. Yo soy de los que creo que los países no tienen amigos sino intereses. Por eso debemos ser muy cuidadosos en cómo jugarla con EU. No se trata de ser su lacayo. Para nada. Hay que ser serios y profesionales en el manejo de la relación bilateral. Evitar enfrentamientos estériles. Por razones obvias, los estadunidenses no están para aguantar ocurrencias de su vecino del sur en los próximos meses. Seamos extremadamente cuidadosos. No provoquemos la ira del que se siente debilitado, pero sigue teniendo un gran poder. Ni ellos ni nosotros estamos para payasadas.

Excélsior